1. EL DÍA QUE ME ORDEÑARON


    Fecha: 23/10/2018, Categorías: Fetichismo Masturbación Autor: MelkartXXI, Fuente: xHamster

    Sobre gustos no hay nada escrito. Lo que a nosotros nos deja fríos, a otra persona le puede parecer lo más excitante del mundo, y a la inversa. De hecho, en una ocasión tuve una relación con una chica que, si bien disfrutaba del sexo convencional, lo que realmente la excitaba era masturbarme y contemplar cómo me corría. La muchacha sentía, al mismo tiempo, una gran fascinación por mi esperma, que siempre empleaba en algún juego. Una vez acababa de jugar, se encontraba increíblemente receptiva y excitada, y si acto seguido la masturbaba, la muchacha obtenía un orgasmo increíblemente intenso que, apenas un par de minutos después de acabar, la mandaba directamente al país de los sueños. En ocasiones pensaba que los chicos con los que salía, o al menos yo, éramos para ella poco más que juguetes sexuales. La verdad es que no era una sensación muy agradable (¡a mí me gustaba esa chica y quería ser algo más que unsex toy!), aunque el sexo era increíble.En una ocasión, su perverso juego comenzó de manera muy inocente. Yo había estado quince días de exámenes en la universidad, tiempo durante el cual no había tenido más vida que hincar los codos. Acababa de quitarme de encima la última prueba, “Resistencia de Materiales”, y solo entonces se me vino encima el calentón acumulado por aquellas dos semanas de encierro. Ella, por su parte, aún no había terminado los exámenes y se encontraba un poco estresada. Vamos, que no tenía mucho deseo sexual en aquellos momentos, pero yo le insistí ...
    ... (medio en broma, medio en serio) diciéndole: “Si no follamos, me van a explotar los huevos. ¡Llevan dos semanas cargados!”. Al oír eso, levantó la mirada como activada por un resorte, y puede distinguir el brillo del deseo en sus ojos. “Entonces, tendremos que ordeñar a la vaquita”, me dijo en un tono irónico.Debo reconocer que me encontraba tan excitado tras todos aquellos días de abstinencia que me dio completamente igual convertirme en su juguete una vez más. Sin duda me habría encantado que hiciéramos el amor con ritmo pausado, disfrutando de nuestros cuerpos y vaciándome dentro de ella, para luego dormir abrazados y olvidar los agobios de la universidad, al menos hasta que el calor o el ruido de la calle nos despertaran. Pero mi cuerpo y mi mente estaban demasiado ansiosas de placer como para afrontar una discusión.La muchacha ni siquiera se m*****ó en excitarme con besos o caricias. Me ayudó a desnudarme (ella permaneció vestida con su pijama veraniego) y me colocó sobre el sofá, a cuatro patas. “A las vaquitas que van a reventar hay que ordeñarlas al instante, para que suelten la leche rápido, ¿no te parece?”. Al sentir su mano sobre mi pene, me limité a emitir un gemido que ella debió de interpretar como un sí. No sé si realmente movía la mano como si me estuviera ordeñando, pues no tenía ángulo para observarla, pero sus movimientos bruscos despertaron en mí sentimientos encontrados: por un lado una cierta incomodidad fruto de sus firmes jalones, pero al mismo tiempo ...
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