1. Big guante


    Fecha: 24/10/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Masturbación Autor: Maria4manos, Fuente: CuentoRelatos

    Hace ya tres años que acabé la carrera de Fisioterapia y Osteopatía, el postgrado y los cursos de especialización en diversas técnicas más alternativas que ahora están teniendo más demanda: acupresión, kinesiotape, acupuntura, Shiatsu… En mi afán por abarcar, me he visto a mí mismo estudiando incluso técnicas de belleza… Nada más alejado de mis ambiciones profesionales. Pero si quiero mantener esta clínica, debo estar abierto a nuevas perspectivas. Quién sabe qué tendré que hacer para sacar adelante la consulta. Un sueño es un sueño, nadie dijo que fuera fácil. Pero esto está resultando demasiado costoso, desde todos los ámbitos: mis ahorros pasados, presentes y futuros, hipotecados en la clínica. Las horas de la semana, y también de algún fin de semana, invertidas aquí. Ni tan siquiera saco tiempo para ir al gimnasio, con la falta que me hace… Todo mi conocimiento depositado en un gabinete que está más tiempo vacío que ocupado. Todos mis recursos, intereses, ambiciones, gastos… Como vuelva a traerme un bocadillo para comer aquí, voy a tener complejo de maniquí de consulta, como ese que me compré pagando una pequeña fortuna y que vive permanentemente aquí, a la espera de que algún paciente se digne a fijarse en su bella complejidad. Al menos cuando abrí aparecía algún curioso. Alguien recomendado por la familia, algún amigo… Pero hace ya varios meses que soy el único que entro y salgo de la clínica. Esta situación empieza a convertirse en una pequeña pesadilla. Me siento ...
    ... como un ratón dando vueltas en un laberinto ciego, recorriendo una y otra vez los mismos estrechos corredores, callejones tortuosos donde nunca hay una salida satisfactoria, sino otro pasillo más. Mi madre me ha regalado una bromelia roja, para atraer la fortuna al local, pero debo de tenerla en mal lugar, porque ni florece ni se muere… La semana pasada, a golpe de viernes por la tarde, cuando estaba a punto de cerrar, tuve una visita inesperada. No porque no deseara visitas de clientes potenciales, sino por lo extraño de su naturaleza… Lo cierto es que me desconcertó bastante, por su llegada tan silenciosa, por su sonrisa enigmática, y porque la ambigüedad de sus facciones me tuvieron en jaque hasta que lo tuve sobre la camilla, dispuesto para un masaje descontracturante en un tobillo… Allí confirmé que seguía sin saber nada del sexo de mi paciente: alto, de rostro sereno y anguloso, con una mirada que no me transmitía nada que yo conociese y una musculatura bien formada pero indefinida. No es que fuese esencial para la realización de mi trabajo, pero los acertijos me pueden. A punto estuve de preguntarle, pero me abstuve a fin de no resultar indiscreto o insolente en la primera sesión. Así pues, me concentré en mi trabajo y tras pedirle que se arremangase el pantalón flojo que llevaba puesto hasta la rodilla, exploré la zona en cuestión. Después de un rato, pude comprobar que no había lesión alguna, y que los gemelos y los tibiales estaban en perfecta forma: poco volumen, alta ...
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