1. La Frontera


    Fecha: 12/10/2017, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... alguna, pero ya no hay dudas: ambos sabemos que ocurrirá en el futuro inmediato. Sentada en el sofá, mi madre se abrió completamente de piernas. Reclinó su cuerpo hacia atrás, apoyando la cabeza en el respaldo y cerró los ojos. Sus largos y delicados dedos comenzaron a desabotonar su blusa, mientras yo le quitaba las medias y la diminuta tanga que llevaba puesta. Ella abrió su blusa y yo levanté el sujetador para dejar expuesto un hermoso par de tetas, coronadas por suaves aureolas desde donde se erigían los pezones tiernos y duros. Con agilidad de atleta me desnudé de la cintura hacia abajo. Un miembro grande y duro saltó a la vista. Me abalancé sobre el cuerpo de mi madre y penetré con todo el ímpetu de mi juventud su vagina húmeda y refalosa. Al sentir mi miembro en su interior, recogió sus piernas, dejando las rodillas a la altura de sus hombros. Su pelvis comenzó a ejecutar un lento y rítmico movimiento circular, mientras yo embestía con toda mi fuerza. Ella hizo esfuerzos por disminuir la frecuencia de mis ataques, pero yo ya no estaba en condiciones de detenerme y sin mayor aviso exploté dentro de ella. Sentí que una ola de placer recorría todo mi cuerpo, de pies a cabeza. Tuve la sensación de eyacular hasta con mis testículos. Creí ...
    ... que el alma se escapaba de mi cuerpo. Cansado, intenté pararme, pero mi madre me lo impidió abrazando mi cuerpo con sus piernas y apretándome contra el suyo propio. Ella continuó con sus movimientos pelváticos, de manera que transcurridos escasos minutos logré una segunda erección, esta vez dentro de ella. Comencé nuevamente con mis embestidas, esta vez de forma más violenta. Pequeños gemidos escapaban de su boca con cada ataque mío. De pronto sentí que sus uñas se clavaban sobre mi espalda y los rítmicos movimientos de su pelvis aumentaban en frecuencia e intensidad. Sus fosas nasales se abrieron y una bocanada de aire escapó de ellas con violencia, ahogando un grito de placer. En ese preciso momento, acabé por segunda vez. Creí que todo había terminado, cuando de pronto mi madre comienza nuevamente a agitarse, apretando fuerte su vagina contra mi cuerpo hasta conseguir un nuevo orgasmo. Me incorporé, y me tendí en el sofá al lado de ella. Así transcurrieron varios minutos sin que ninguno de los dos emitiera palabra alguna, al cabo de los cuales mi madre me abrazó, posó sus labios sobre los míos, me dio un largo y tierno beso y finalmente en tono cortante y categórico dijo: "Primera y última vez" Recogió su ropa, se vistió y se fue a su cuarto. 
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