1. Strong


    Fecha: 12/10/2017, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... como sus pasos le encaminaron directamente al lugar donde debía producirse el evento. Intentó contemplar la entrada del local desde fuera, pero no había gran cosa que ver. Una puerta negra, una pared con pintadas, y un chulo en camiseta controlando. Y arriba, en blanco, un luminoso sucio con una única palabra que hizo que la fiera se estremeciera de placer dentro de él. Strong. No dudó en nada. Conocía el sitio. Pagó al tipo de la camiseta las mil pesetas que la fiera estaba dispuesta fueran gratamente compensadas y bajó por las escaleras. Es posible controlar la fiera. O soltarla a pequeños intervalos, sin haberla dejado reponerse del todo de cada vez, en pequeñas experiencias. En saunas o pequeños cuartos oscuros. Buscando con anuncios por palabras en periódicos locales o por Internet. Acechando en la Casa de Campo o el Parque de la Rosaleda. Pero él sólo conocía un sitio donde podía ir cuando la fiera estaba ansiosa. El encanto del local sería complicado de describir para aquellos que sueltan la fiera como quien saca el perro a pasear. No es un sitio para ver con los ojos. Aquellos que se esfuercen en mirar, a través de la penumbra, no encontrarán más que un local de un gusto decadente. Pero aquellos que hayan llegado invitados por la fiera, que estén dispuestos a sentir a través de su mirada sexual, notarán cómo les invade la esencia. Dejó la chaqueta en el ropero con la cartera dentro y canjeó la entrada por un cubata de JB. Sabía a garrafón. Mejor. Era el licor de la ...
    ... fiera, la manera que tenía de abrir lentamente un agujero en el estómago por el que ir saliendo y tomar forma. Con la copa en la mano, dio una vuelta por el local. Era amplio, y todavía no había mucha gente. Encendió un cigarrillo y siguió intoxicándose de humo y alcohol mientras la música machacona le golpeaba los oídos. Como el humo del tabaco, él también estaba fundiéndose con la atmósfera. Al fondo estaba el pasillo que le llevaría a las salas donde la fiera estaba llamada a ser liberada. Pero resistió el impulso. Antes quería sentirse colocado, así resultaría más fácil olvidar al día siguiente. Reprimir el impulso en ese momento era como contener el orgasmo cuando ya no puedes más. Tienes los músculos entumecidos, pero sigues adelante, conteniendo el semen hasta que salga todo a una velocidad superior a la habitual, sintiendo cómo sale arrancando parte de ti. Clavó la mirada en cuantos ojos oscuros pudo. Allí no había que disimular. Siguió deambulando, bebiendo, acechando, catalogando todos los hombres que se movían igual que él, esperando el momento adecuado, aquél en el que la fiera no pudiera más y tomara plena posesión de su cuerpo. Y llegó el momento. Dejó la copa encima de uno de los barriles que había dispersos por la sala, y apagó el cigarrillo pisándolo fuertemente. No había vuelta atrás. Ya no era él. Ya no había control. Ya no había nada más que Strong. La fiera tenía que volar con las otras fieras, y él sólo era un instrumento de ella. Al final del pasillo ...