1. Pajerita como pocas


    Fecha: 06/11/2018, Categorías: Fetichismo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... pechos y mi vulva. ¡qué rico olor a conchita tiene esta bombachita Ani, y a pis, y a gomitas! Te puse unos caramelitos en la concha, y ahora te voy a comer todo el serenito que te puse, pero vos te vas a chupar solita las tetas!, dijo mi primo mientras me paseaba la bombacha por el rostro y me ponía la mano sobre su pene para que se lo apreté. Entonces, sentí que su boca me recorría, rodaba por mi piel comiéndose el postrecito como un niño pobre, que su lengua lamía mi ombligo, que sus besos edificaban miles de gemiditos en mi garganta, al tiempo que mi boca estiraba y sorbía mis pezones, y su pene se chocaba con mi cuerpo, ya que él estaba en cuatro arriba de la cama. Cuando le tocó el turno a mi vulva, se la metió de lleno en esa boca para sostenerla con sus labios y penetrarla con su lengua, a la vez que me untaba el culo con lo que me chorreaba de serenito. Apenas los caramelos y su lengua se encontraron en el interior de mi vagina, con uno de sus dedos me estimulaba el clítoris, y su saliva me volvía loca. Además el guacho me había atado las manos a la espalda para que no pudiera tocarme, y mucho menos a él. ¡qué rica concha pendeja, cómo te gusta pajearte. Sos muy cochina, así que tu primito te va a poner un pañal, y vos te vas a tomar la mema puerquita!, decía Lucas mientras su lengua me hacía volar. Fue increíble cuando me dio a probar uno de los caramelos que sacó de mi vulva con su cucharita de músculo y saliva. No entendía cómo, pero Lucas me había visto hacer ...
    ... chanchadas en el kiosko, y ya no sentía tanta vergüenza. Me desató las manos, me sentó en la cama y me puso un pañal bajo mi consentimiento y con mi ayuda. Estaba frío, y eso se debía a que lo había llenado de serenito. En ese rato me hizo masticar varios chicles para luego sacármelos con su boca y pegarlos en mis tetas. Me cuelga la bombacha que traía en el cuello, me huele la boca luego de hacerme exhalar mi aliento y me da un potecito de serenito con una cucharita plástica, para que me lo vaya comiendo. Pero a eso tenía que alternarlo con su pene duro, lleno de juguito y de mi baba incontrolable. Cuando me gritó: ¡metete las manitos adentro del pañalín gordita sucia! Pensé que no le faltaba mucho para acabar. Pero entonces sus arremetidas fueron más intensas, porque me agarraba del pelo y sin dejarme respirar me cogía la boca con todo. Me encantaba no poder hablarle, que mis gemidos se ahoguen entre eructos y las cachetaditas que me daba, y las frotadas de mi cola en la cama como respuesta a los ensartes de mis dedos en mi flor. Cuando me abrió un poquito el pañal, tuve la certeza de que me clavaría su pija en la concha y me desvirgaría de una buena vez y para siempre. Pero solo me olió, saboreó mi pancita enchastrada y mis manos jugosas, metió la cucharita de mi postre por entre mis nalgas y me lo acomodó para volver a mi boca petera. Acabó adentro del pote de serenito que aún tenía la mitad, y fue luego de una chupada terrible en la que estuvo largo rato en mi garganta. Yo ...