1. Inmigrante (02)


    Fecha: 10/11/2018, Categorías: Infidelidad Grandes Series, Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... preciosa. –Le dije, como cumplido por un lado y, por otro, para que no fuese a cambiarse y me tuviese un par de horas más esperando. -Muchas gracias, eres muy amable. -¿Nos vamos? –Continué. -Sí, vámonos. ¿Quieres conducir mi coche? -Prefiero que no. Todavía no tengo homologado mi carnet de conducir en España. Es una cosa que quiero hacer en los próximos días, y tampoco sé dónde está el restaurante. Si quieres conducir tú, bien, si no, vamos en un taxi. -Mejor en taxi. Con estos zapatos no puedo conducir. –Dijo mientras me enseñaba unos zapatos negros de altísimo tacón. Se notó más cuando, al cogerse de mi brazo, quedó su frente casi a la altura de la mis ojos, siendo que el día de la boda apenas me llegaba a la boca. Llegamos al restaurante quince minutos después de la hora prevista, y ya estaban todos allí esperándonos. Me fueron presentando a la familia, todos tratados como abuelos, tíos y primos. No recuerdo nada de ninguno, excepto de sus dos primas, de 26 y 24 años. Dos bellezas esculturales que me hicieron lamentar el no haberlas conocido antes o ser alguna de ellas la nieta del abuelo. Los maridos de las amigas, me trataron con amabilidad, pero no podían ocultar su desprecio hacia mí, como si me consideraran un negro africano de algún poblado salvaje de la selva al que le acaban de quitar el taparrabos y vestido para la fiesta. Al final, se quedaron haciendo corrillo, hablando y echándome fugaces miradas seguidas de comentarios por lo bajo, que los hacían reír con ...
    ... fuertes carcajadas. Los mayores hicieron muchas preguntas sobre nosotros y sobre mi vida, quedando impresionados por mi currículum. Ana no debía de saber nada, porque ponía cara de ignorancia, mezclada con maliciosas sonrisas hacia sus familiares. Más tarde, pasamos al comedor, donde la cena transcurrió con normalidad, si exceptuamos el comportamiento de los maridos de las amigas, que no pararon de soltar gritos del tipo “Vivan los novios” y “Que se besen los novios” entre comentarios, risas y vasos de vino. Acabada la cena, hubo baile, que inauguramos mi mujer y yo. Me comentó que bailaba muy bien, a lo que contesté que era una de las cosas que se aprendían en colegios y universidades americanas. También la alabé a ella por lo bien que seguía mis pasos. Luego bailé con las tías, más tarde con las amigas, de las que Marisa, en último lugar, se encargó de ponérmela bien dura. Llevaba un vestido, corto, negro, de tirantes, con una chaquetilla torera que se había quitado para bailar, y mostrando los tirantes y parte de un sugerente sujetador. Cuando más caliente estaba, interrumpió nuestro baile una de las primas jóvenes que debía de estar mirando y que, en una de las aproximaciones, se me acercó demasiado y pudo comprobar la dureza de mi bulto. Al terminar de bailar, me excusé y me fui al baño. El baño de caballeros era una habitación alargada, en la que, a la derecha, estaba un lavabo de pila doble, con un expendedor de toallitas de papel, seguido de los urinarios para hombres, y ...
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