1. Luisa y Joaquín la lían en la residencia de ancianos


    Fecha: 16/11/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    -¡Cuidado que voy! Avisé a los viejitos que andaban en medio del pasillo, mientras llevaba casi corriendo a Joaquín, el anciano al que cuido ahora, en la silla de ruedas hasta el baño. El pobre hombre estaba a punto de hacerse pis encima. Trabajo como auxiliar desde hace poco en una residencia y ahora me ha tocado limpiar sus cosas a Joaquín y a unos cuantos ancianos más. Más adelante, espero que me asignen alguna otra tarea, que no sea limpiar sus cosas, pero que le vamos a hacer. Mientras estoy levantando de la silla a Joaquín, este se me queda mirando con cara de tonto. -Anda vamos Joaquín, le digo. Ayúdame a sentarte en el baño. Este se baja los pantalones y los calzoncillos y se dispone a sentarse en el baño. No pude evitar echar un vistazo a su pene. La tenia grande todavía para sus años. ¿Cuantos debería tener? ¿70 y muchos? ¿80 y pocos? Después de acabar de vestirle, le llevé a su habitación y le dejé junto a la mesa. Iba a traerle la comida, cuando me dio un cachete en el culo. -Oye, ¿qué haces? -Nada Luisa, solo te doy las gracias. Pobre hombre, pensé, ahora solo le queda alegrarse la vista. Al poco rato, volví con la bandeja de la comida. Él podía comer solo todavía. -Gracias de nuevo Luisa, eres muy amable. -De nada, Joaquín. Que aproveche. Antes de irme, me quedé pensando. Podría alegrarle la comida. Me subí la bata y le enseñé las bragas y el culo. -Gracias Luisa. Me contestó. Me fui y a las dos horas volví a por la bandeja. Cuando entré, me lo encontré en su ...
    ... cama, haciéndose una paja. -¡Pero Joaquín! Le grité ¿Qué hace? -Nada, hija, nada. Dejó de tocarse y pude ver de nuevo su pene. La verdad es que me excitó un poco verlo. Salí de su habitación y traté de olvidarme de su visión. ¿Cómo podía haberme excitado ver el pene de ese anciano? Tenía novio y estaba más que satisfecha con su miembro. Y yo tendría menos de la mitad de sus años. Transcurrió el resto del día, y salí de trabajar. Al llegar mí novio me había preparado la cena. -¿Qué tal el trabajo? Me preguntó el. -Pues ya sabes. Con los abueletes arriba y abajo todo el día. Poco que contar. -Y supongo que tendrás alguno que no te quite ojo de encima ¿no? Vaya hombre, parecía adivino. -Un tal Joaquín, pero vamos, que no pasa nada. También tiene derecho a alegrarse la vista. Total, poco puede hacer ya. Tras cenar, a mi chico le apeteció hacer el amor. Nos metimos en la cama, y después de desnudarnos, nos besamos apasionadamente. Llegó el calentamiento y yo ya estaba muy húmeda. -Métemela ya, le dije. -No tengas prisa. Ya voy. Me la metió despacito, con cuidado, como si fuera a rompérseme el chocho. Comenzó a bombearme, lento, como me gustaba que lo hiciera al principio. En ese momento me vino a la cabeza la cara de Joaquín. No podía creerlo, mi chico es guapo y bien dotado y sin embargo, no podía quitarme de la cabeza su cara. Me imaginaba que era el viejo el que estaba encima de mí empujando y no mi novio. Me giré y le dije a mi chico que me follara a cuatro patas. No podía ...
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