1. Su semen en mi bombacha


    Fecha: 19/11/2018, Categorías: Confesiones Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamo Laura, soy una morocha argentina de 18 años recién cumplidos, y yo solita me serví del mejor regalo que alguien pudiera darme. Claramente no soy virgen, aunque cuido mi reputación por tonto que parezca en estos tiempos. Pero desde que comencé a tomar clases de piano con Luciano, todo entre mis sábanas comenzó a trasladarme poco a poco al mundo más insólito de los sueños mojados. Me encantaba masturbarme pensando en que cierto día ese bombonazo en lugar de tomarme lección decidiera arrancarme la blusa y chuparme las tetas. Eso me enloquece como nada en mi universo sexual! Luciano es casado, tiene 35, es amable, correcto aunque no tan formal como ciertos académicos, y, como da clases en su domicilio, todo tiene un tinte de privacidad que me fascina. No tiene una belleza escultural, pero la ternura con la que toma mis manos para acomodarlas en el teclado, la dulzura con la que me explica las escalas y los odiosos acordes, la paciencia que me brinda cuando varias veces entro comiendo un chicle sabiendo que le molesta un poco, me derrite tanto que en varias oportunidades salgo con la bombacha mojadita. No sabía cómo insinuarme, porque tampoco quería que tenga problemas. Pero yo estaba dispuesta a que me pegue una buena cogida en el piso, que me someta a sus más peligrosos deseos, que me chupe toda, que me devore desnuda con sus ojos penetrantes, que me dé la lechita donde quiera. Cierto día no pude más, y aunque resolví utilizar la excusa más estúpida de todas, me dio ...
    ... resultado. Ese martes le inventé que estaba triste, que por eso no había tenido ganas ni fuerzas anímicas para terminar con la tarea. Le dije que mi novio me dejó porque, yo consideraba que no podíamos tener sexo tan rápido. Seguí armando mi mentira explicándole que nos conocíamos hace dos meses, que él quería hacerme de todo y que no se conformaba con besarnos, y con que yo le practicara sexo oral. Él enrojeció escuchando mi historia. No supo qué decir por unos segundos. Pero, vi claramente cómo se le abultaba el pantalón a medida que yo hablaba, ya que estaba frente a mí, ignorando el piano y la clase. Me dijo que no tenía que resignarme a ser como soy, que no hay que apresurarse, que en la pareja los dos tienen que querer cualquier cosa que se plantee y demás consuelos. Cuando me largué a llorar, Luciano me trajo un vaso de agua, y en cuanto me lo bebí, viendo que mi plan funcionaba hasta aquí, lloré con más determinación. Entonces, él me abrazó para calmarme, y yo le toqué la pija con una mano. Se la apreté suave, le lamí una oreja y le dije que no aguantaba más, que quería sentirla toda adentro mío. Su cara palideció, su voz quedó en suspenso y sus ojos se abrieron como un amanecer. Pero su bulto crecía considerablemente, y no quitaba mi mano de su dureza significativa. No podía creer que en cuestión de segundos nos estuviésemos tranzando contra un armario, que él buscara mis tetas para amasarlas y que yo me sujetara de su culo precioso, bien redondeado y firme. En ese ...
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