1. My joven vecino pte.1


    Fecha: 25/11/2018, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Parte 1 [[[ 1 ]]] La princesa y la señora de sesenta y tantos años Sin duda alguna me arrepiento de lo sucedido. A consecuencia de ello he sufrido castigos tanto físicos como morales. Pero cuando recuerdo con detalle ese momento, no puedo evitar tocarme. Mi nombre es Nancy McAllister. Tengo 28 años y vivo en Denver. Hace mas de cuatro años que estoy casada con un exitoso abogado. En los últimos años nuestra economía se ha visto bastante bien remunerada, y es por ello que hace poco más de dos años nos mudamos a un hermoso barrio privado a las orillas de la ciudad. El lugar se llama chester hill, y es un lujoso conjunto de casas de estilos extravagantes. Aquí me he sentido como una Reyna. La casa cuenta con dos pisos de techo alto, varias recamaras y baños lujosos. El patio trasero es muy bello y cuenta con una espaciosa piscina. Por todo esto, no cabe duda que, de la vida que me da mi marido no me puedo quejar. Y para redondear el asunto, de él tampoco. Él es un tipo bastante bueno. Es guapo a su manera. Formal, alegre, educado y me parece que no tengo dudas que también me es fiel. Me trata como a una princesa. Me compra todo lo que le pido y no puedo evitar sentirme súper chiflada. Es por eso que no puedo si no mas que reprocharme el porque me comporté así, el porque le fallé así. No suelo tener muchas amigas. Y en estos momentos donde me he sentido tan confundida me he dado cuenta de que quizá no tenga ninguna. La única que recuerdo en los últimos años, o al menos la más ...
    ... cercana a serlo, fue una señora de sesenta y tantos años que fue mi vecina hace unos meses. Era una señora algo solitaria (a excepción de sus diez gatos), senil y sorda. Pero a pesar de ello, ahora estoy convencida de que extraño su compañía. Desde el momento que me mudé aquí, me recibió con un enorme pastel de fresa para mí y mi marido. Y regularmente me visitaba para asegurarse de que todo estuviera bien. Decía que aunque este fuera un barrio muy seguro, siempre existía la posibilidad de que una chica tan guapa y joven corriera peligro estando sola. Y es que aveces pasaba varias noches sola cuando mi marido salía de viaje. También he extrañado las mañanas de café con una rebanada de pastel (para variar) sentadas en la cocina platicando de todo un poco. Su compañía era la válvula de escape a mis cavilaciones, que ahora que estoy sola, muy a menudo me asaltan para tentar la razón. Y son estas las que echan a perder el trabajo que la virtud y la moral hacen en mí, hundiendo por las noches, lo que con tanto esfuerzo elevan estas en el día. Tales pensamientos no son otros que los de poner en tela de juicio mi satisfacción marital. Si bien he dicho ya que mi marido es un hombre intachable en todos los sentidos, es en el aspecto sexual en el que el demonio siembra sus dudas. De ninguna manera puede decirse que mi marido es malo en la cama. Él tiene todos los aspectos que pudiera otorgarse a un llamado buen amante; buen tamaño (que a mí sí que me importa), buena duración sin ser ...
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