1. Una ciega chancha y putita


    Fecha: 29/11/2018, Categorías: Fetichismo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... mis huevos, y cuando su saliva tocó mi orto le pedí que por favor me pajee y me chupe el culo. Lo hizo con pocas ganas, pero me llevó a la gloria con su lengua caliente y glotona deslizándose por mi sanja, y con su aliento ardiendo en mis vellos. Quise devolverle atenciones, por lo que de repente la volteé en la cama boca abajo con un almohadón bajo su pancita, le chupé el culito entre chirlos con mis manos y sus chatitas, las refregadas de mi pija hasta por entre sus cabellos y sus grititos alentándome a seguir enrojeciendo esas manzanitas rimbombantes. Dijo que todavía no entregaba la cola, y creí que podía perforársela en un solo golpe, justo cuando había apoyado mi glande en la entrada de su ano. Pero me compadecí de su edad, y me dispuse a besarla, olerla, manosearla y a pajearme entre sus tetas luego de pedirle que se las escupa. Hasta que quiso que le muerda la cola, pues, siempre amó que su padrastro se lo hiciera cuando era niña. Lo hice, pero pronto estaba subido a su cuerpo declarándole la guerra a su conchita empapada con mi verga cada vez más profunda, creciente y lechosa. En un momento, mientras gemía como perra en celo, dijo en mi oído que tenía ganas de hacer pis. Sentí que los huevos se me hinchaban el doble, y que la pija se me endurecía como para quebrarse al medio. le di masa con mayor velocidad, hasta que tuve unas ganas de acabar tremendas. Se la saqué y reventé mi lechazo irrefrenable en sus gomas. La nena me la lamió con su boquita agitada, y no bien ...
    ... terminó me empujó sin más sobre la cama, y se me sentó en la cara para que se la chupe repitiendo: ¡dale, comeme toda que soy tu perrita! Con esa autoridad la pija se me volvió a parar como antes. Quiso que le abra las nalgas, que le roce el culito con un dedo y que me pajee, hasta que comenzó a hacerse pichí. Nunca pensé que fuera capaz de mearse así en mi pecho! Me fascinó que su aguita resbalara por mi piel, que me pida perdón entre pucheritos y suspiros, que muerda mis dedos luego de meterlos en su conchita y que se frote contra mi mentón, hasta que ella misma se acomodó solita y lubricada arriba de mi pija para hundirla en su sexo y, ahora dejar a mi instinto que la mueva, la coja bien rápido y duro teniéndole las piernitas, mientras ella gemía mordiendo mi calzoncillo y diciendo: ¡dame más, quiero la leche, quiero mucho pito!, y me insitaba a pegarle en la cola. Esa vez le acabé bien adentro de su vulva, como lo deseaba.¡dios, qué pendeja más chancha y putita! Aquel sábado le regalé dos chocolates y un osito de peluche. Encontré en esa cieguita una nena para cumplir mis más prohibidas fantasías. Aunque, luego de varias visitas me sentí un poco confundido. Creí que podía enamorarme de ella, y entonces estuve un tiempo sin verla. Pero, las 8 bombachitas que guardaba con su olor a perrita alzada me llevaron poco a poco a sus encantos. Volví a la carga por esa mocosita, porque no podía parar de pajearme con sus recuerdos. Tenía miedo de que ya no esté allí. Pero la diosa del ...