1. Agustina y Agustín


    Fecha: 02/12/2018, Categorías: Incesto Autor: claudiob, Fuente: CuentoRelatos

    Lo que voy a contar no es porque crea que soy un ejemplo de lo que una mujer deba hacer sino porque considero que a otra persona le puede ser útil, ya que creo que no se debe juzgar a una persona sin haber estado antes en sus zapatos Mi nombre es Agustina y tengo 23 años. Vivo en la capital de mi país, Argentina. Soy la típica morocha argentina ya que tengo piel trigueña, grandes ojos verdes, boca pulposa, tetas grandes, pezones gruesos y largos, gran culo, aunque no me gusta su forma, pues es grande hacia los laterales pero no es pulposo ya que si bien no es chato tampoco parece una manzana. Me depilo completamente. Tengo una madre de 52 años, aunque la guacha parece mi hermana mayor. Ella sí tiene el culo que a mí me gustaría tener pues el suyo no solo es grande sino también pulposo. Si bien está muy bien pues no solo parece joven sino que además se viste como una pendeja y tiene no solo un gran culo sino también unas tetas muy grandes, no está casada ni convive con ningún hombre, aunque con quien coger no le falta porque más de una vez por semana, llega tarde a casa con la excusa que tuvo mucho trabajo, algo que no le creo porque he recibido varias llamadas telefónicas para ella. No tengo padre, no es que haya nacido del Espíritu Santo sino que porque, mi madre me ha dicho que él, murió, motivo por el cual no quiere que otro hombre llegue a casa. Yo comencé a tener vida sexual muy joven, pues como estaba mucho tiempo sola en casa, ya sea porque mi madre trabajaba o salía ...
    ... con algún chongo, yo usaba internet para pajearme y encontrar compañía. Lo cierto es que a mis 23 años ya sabía perfectamente que tipo de verga, y por donde, me gustaba. Hace unos meses empecé a trabajar en una estación de servicio y un día llegó a cargar gas un tipo que me agradó, (1,80 de estatura, unos 80 kilos, pelo rubio y un poco pelado, voz suave y muy atento). No bien lo vi bajarse del coche, pararse a mi lado y decirme que le llene el tanque, pensé “lléname vos el tanque a mí”. Cuando me pagó y yo le estaba dando el vuelto, uno de los billetes se me cayó, por lo que me agache y al levantarme no pude evitar mirarle la bragueta, se le veía bien marcada la pija porque llevaba puesto un pantalón vaquero, creo que se dio cuenta porque no bien le terminé de dar el vuelto me preguntó si podía invitarme a tomar algo. Yo le dije que no porque estaba trabajando, a lo que él riéndose me dijo “obvio que ahora no, pero ¿podría ser en otro momento?” a lo que yo le dije que podría ser, que me dejase su teléfono y que si encontraba tiempo en mi ajustada agenda, jajaja, hasta yo me lo creía, lo llamaría”. Me dejó su número de teléfono y se fue. A partir de ese día, cada 2 o 3 días venía a llenar el tanque de gas, me decía que estaba muy linda, me regalaba un bombón diciéndome “un bombón para otro bombón”, y me preguntaba si tenía su número de teléfono. Así fue durante más de un mes. Yo me resistía a llamarlo porque si bien era bastante mayor que yo y estaba muy bueno yo jamás había ...
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