1. La Fabi nos saca las ganas


    Fecha: 08/12/2018, Categorías: Sexo Oral Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    En nuestro barrio había un par de personajes que alcanzaron el título de intocables. Uno es el loco Romero, que fue jugador de fútbol y, a raíz de una lesión grave en los meniscos no volvió a pisar una cancha. Pero abrió un comedor para todos los que lo necesitan. Otro es el negro Francisco, nuestro kioskero más antiguo. El tipo es un contador de chistes fenomenal, anda en bici para todos lados y le encanta piropear a las chicas. Doña Tita es una genio con las agujas, y no le cobra a nadie, sea cliente o no, si requieren algún favor de último momento. Tenemos a Ramón, un zapatero héroe de Malvinas, a don Funes, que es una eminencia en derecho civil y comercial, y al diario de los chusmeríos de los vecinos, que es la Rosa Juárez. Pero, a quien los varones respetamos, idolatramos y santificamos desde los primeros despertares, es a la Fabi. Hoy tiene 25 años, no tiene hijos ni pareja, trabaja en una mercería por la mañana y, mucho más de su vida no se sabe. No habla mucho, vive con sus padres y casi nunca se la ve con amigas. A pesar de ser hija única, vive contrariada con su padre, puesto que es un fanático religioso, y ella no desea ser un corderito para Dios ni para nadie. Con su madre comparte muy pocas cosas. Producto de ello, la Fabi desde sus 15 tiene una camita en lo que antiguamente funcionaba como lavadero. Yo soy dos años mayor que ella, y la conozco de gurisita. Recién cuando cumplió los 18 se me acercó, el día que yo compraba unas remolachas para mi madre. Me dijo: ...
    ... ¡hola Guido, soy Fabiana, y antes de que lo sepas por otro te lo digo yo… quiero esto en mi boca! Me rozó el ganso sin privaciones, me sacó la lengua y agregó: ¡vení esta tarde a las 5, pero no me llames que yo salgo y te abro, por si se despierta el gil de mi viejo… odia que le corten la siesta! No sabía si creerle, si mandarla a la mierda o ignorarla. Pero fui nomás, impulsado por unas ganas de coger que no me cabían en el pecho. La puerta estaba abierta y el inmenso patio desierto. Entré con el corazón decidido, y como sabía por algunos rumores que generalmente la Fabi se la pasaba en aquel cuartucho caminé hacia allí. Cuando bajé el picaporte de una puerta mal tratada y descolorida, tuve la sensación de que algo fabuloso me esperaba, y no me equivoqué. Lo primero que veo es la espalda de Mariano, uno de mis amigos. Estaba parado, con los pantalones bajos y apoyado en la cama revuelta de Fabi. Ella estaba acovachada entre ropa y frazadas, con su boca prendida a la pija del flaco, lamiendo y gimiendo apurada, sorbiendo los hilitos de su propia saliva y sin poder hablar casi. Solo se le entendía: ¡quiero toda la lechita! Su voz en ese estado me la paró de inmediato, mucho más de lo que veían mis ojos. Quise destaparla, pero ella dijo: ¡nooo, que estoy desnuda guacho! Y, en ese mismo instante Mariano le largó toda su acabada en la boca. La Fabi se la tragó toda y ni se movió de ahí. Mariano me pidió fuego para su porrito mientras me contaba que se tenía que ir a comprar una ...
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