1. Una pajita a ciegas


    Fecha: 10/12/2018, Categorías: Masturbación Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Estaba en la cama intentando dormir. No había estudiado para el recuperatorio de ciencias niológicas y, la verdad me importaba un bledo. Sólo podía pensar en lo erecto que tenía el pene, en lo rebalsado de presemen que yacía mi slip y en el dolor de mis testículos artos de mis desatenciones. Hacía un mes que no me pajeaba, y mi mano se dio a la tarea de subir y bajar unas seis o siete veces por mi tronco fibroso, hasta que el mismo desenfreno me hizo suspirar, arquear un poco las piernas y como resultado impostergable, liberar un chorro de semen que cayó en mi abdomen, humedeció mi sábana y recorrió el elástico de mi calzoncillo. Pero no era suficiente. La pija no se me bajaba, los huevos me punzaban al borde del colapso, la temperatura de mi cuerpo parecía sofocarme y, el olor a menta de mi compañera de banco en mi recuerdo me torturaba. Como soy ciego no me quedaba otra que imaginarla. Sólo contaba con el sonido de su voz, con lo fresco de su aliento cuando me hablaba cerquita, con su solidaridad para acompañarme a cualquier sitio y con el tacto de sus manos. Pero en mi mente sus tetas eran devoradas por mi boca, sus pantalones despojados de su cintura por mis manos, su cola se transformaba en dos tambores deliciosos, y su bombachita se me antojaba suave, chiquita y mojada. Quería descubrir el olor de su sexo, el frenesí de su lengua, el sabor de sus pezones. En eso estaba cuando mi mano estimulaba mi pija a la vez que mis talones se friccionaban en mis nalgas abriéndolas ...
    ... con cuidado para que mi ano sienta el alivio de una brisita caprichosa que, se generaba entre las sábanas por mis movimientos. Volví a derramar un poco de leche en cuanto soñaba despierto que mi compañera rodeaba mi pene con su boquita fanática de las golosinas, que me ponía sus tetas en la cara tras untarlas en licuado de banana, y que en el colegio le pedía que me acompañe al baño, solo para que me ayude a bajarme el pantalón. Allí recordé que estaba en el cuarto de la casa de mis tíos, y que en la cama que tenía a mi derecha descansaba mi prima Ruth. El tío Oscar me pidió que esa noche me quede a dormir, ya que mis padres habían viajado a Chile para cerrar un contrato de negocios. Pensaba en cómo estaría durmiendo, en lo mucho que le gusta la chocolatada y en lo largo de su pelo, cuando la oigo darse vuelta hacia el lado de la ventana. Mi pija se endurece cuando más tarde la oigo suspirar y hacer unos ruiditos con la boca. No quise perder el tiempo y, me levanté en calzoncillos. Me acerqué a su cama, metí una de mis manos bajo sus sábanas y le toqué una pierna. Ni se mosqueó la piba! Entonces fui más directo. Le rocé una nalga y descubrí que tenía una bombachita de tela suave y fina. Saqué mi pija afuera del calzoncillo empapado, la sacudí, la froté en su sábana sin llegar a tocarla, la destapé por completo, le olí los piecitos desnudos y me animé a acariciárselos con el pito. No aguanté el impulso de mis eufóricos ratones, y, apenas le acerqué mi olfato a su culo, un culo ...
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