1. Historia del chip 025 - Los nuevos pendientes - Irma 007


    Fecha: 17/10/2017, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    Esa noche, -en el hotel-, Irma notó como la excitación de Galatea duró mucho más rato de lo habitual. Terminó con la lengua cansada. Durmió con su cordel de protección. Le resultaba curioso llevarlo en la cama y no durante el día. Cuando reflexionó sobre ello a la mañana siguiente, le resultó obvio. En horizontal el riesgo era evidente, pero debía ser menor rodeada de gente o exigida por su amante fuera de un ámbito íntimo. La playa no estaba demasiado cerca caminando. Les habían dicho que a unos quince minutos. Irma no acertaba a comprender por qué Galatea había escogido un hotel tan distante del mar. Tuvieron una nueva sesión entre los labios sonrosados y siempre húmedos de Galatea, que tuvo la delicadeza de acariciar los dañados y dolientes lóbulos de su amante mientras a su vez era agasajada por los labios, la lengua y los pendientes en los muslos. Una vez acabado el trabajo se dieron uno de esos lotes de besos que sólo los amantes profundamente enamorados se permiten. Además de que era su segundo día de vacaciones. Pronto acabaron los brazos de Irma en su casi eterna posición detrás de la nuca. Agradecida de que por fin sus pechos se convirtieran en protagonistas, dio un suspiro. —A mí también me gusta. Son perfectos. Vas a ver lo mucho que va a disfrutar la gente contemplándolos— dijo Galatea sin dejar de corroborar con los dedos lo que su vista apreciaba y su mente tenía como objeto de deleite. Irma no sabía a qué se refería. ¿Iba a ir en topless? ¿Hasta la playa? ...
    ... Ya sabía que allí estaría con los pechos al aire ¿pero todo el camino? Pensó que Galatea estaba bromeando. Cuando acabó la sesión pectoral, desayunaron. Las dos desnudas salvo el cordel salvador de Irma y los pendientes colgando de los nuevos agujeros recién hechos. Algo que había ocurrido tantas veces durante ese último año que Irma ya no llevaba la cuenta. Pero no había conseguido acostumbrarse. —Bueno, ya está bien de jugar con tus pezones por un rato. Vamos a tomar el sol— propuso. Sacó los trajes de baño y le dio el sucinto tanga a Irma mientras se ponía su bikini rojo. Cubría perfectamente los centros de poder femeninos. El tanga, -también rojo brillante-, de Irma se resumía en un triángulo como en el de Galatea, pero mucho más liviano. Las únicas sujeciones eran a las caderas y por detrás el cordel era casi inexistente. Irma ya lo conocía de cuando fueron a comprarlo. Los labios se perfilaban. En realidad, era como una membrana que se adaptaba a la forma de la piel. La carne no se vería, si bien la forma exacta de los órganos sexuales de Irma no quedaría oculta. Estaban muy de moda. Además de extremadamente caros, algo así como un mes de sueldo de Irma y resultaban difíciles de conseguir. Galatea quiso que fuera de lados iguales, por lo que el pubis sin pelo de Irma se contemplaba vibrante. El vendedor había garantizado que si detectaba fluido vaginal el bañador pasaba a ser de color verde. Los hombres se volvían locos por tener algo así para sus chicas. Una gota de ...
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