1. Amalia y los fontaneros


    Fecha: 20/12/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: murgis, Fuente: CuentoRelatos

    Eran las ocho de la mañana, mi marido acababa de marcharse a trabajar, como siempre, estaría toda la semana fuera, y yo, también como de costumbre, sola en casa. Sonó el timbre, pensé que sería él que había olvidado algo, y abrí sin mirar por la mirilla. Ante mi aparecieron un hombre de unos cincuenta años y dos jóvenes de entre dieciocho y veinte. – Somos los fontaneros.”, venimos a arreglarle el Termo. ¿Es usted la Sra. Amalia, verdad? Mientras hablaba, el que a todas luces era el jefe, no paraba de mirarme. La verdad es que no era para menos, la única prenda que me cubría, discretamente, era una camiseta, de mi marido, que me servía de camisa de dormir como siempre estoy. Mis pechos eran bien evidentes mis muslos quedaban totalmente al descubierto. A poco que me moviera se me veía el tanga sin ningún problema. Y yo, con mis 50 años, aunque me esté feo decirlo, estaba para follarme como ya sabéis. Si, si de acuerdo, pasen ustedes. Síganme, por favor. La seguimos donde usted diga, señora. Mientras íbamos hacia la galería, sentía sus ojos clavados en mis nalgas, y, todo sea dicho, no me molestaba en absoluto, porque lo que hace es ponerme cachonda. Llegamos a la puerta de la cocina, entre la lavadora y el mármol de la cocina quedaba un paso estrecho que el Sr. Paco, que así se llamaba el jefe, aprovechó inmediatamente para darme un buen refregón. Huy, perdone Sra., decía mientras me refregaba su polla por mi culo, y vaya pedazo, que tenía el tipo!!… Si le parece bien nosotros ...
    ... vamos trabajando, que debe usted tener ganas de que funcione bien ¿no? Les deje con su trabajo, mientras me dediqué a mis ocupaciones habituales. Estaba haciendo la cama en mi dormitorio, agachada, de espaldas a la puerta, con el culo en pompa, cuando noté una presencia extraña, me volví rápidamente, y ahí estaba uno de los jóvenes, mirándome embobado el culo, sin ningún recato. Estaba colorado a más no poder, yo me hice la tímida, estirando un poquito la camiseta, sin demasiado convencimiento. Si, dime ¿necesitas algo?, dice el Sr. Paco, que ya está arreglado, que si usted quiere se puede duchar para probarlo. En eso aparecieron los otros dos, Señora, si usted quiere puede aprovechar para estrenar el termo nuevo. Muchas gracias, ahora cuando ustedes se hayan, me ducharé. No mujer, si le parece a usted bien, mejor que lo pruebe ahora, así si no funciona podemos acabar de arreglarlo. Nosotros aprovecharemos para ir a desayunar. Bien, de acuerdo, voy a ducharme. Los tres hicieron el ademan de irse, pero solo el ademan, llegaron a la puerta la abrieron y la cerraron, pero los muy tunos se quedaron dentro, en la habitación al lado de la puerta. Yo como una tonta voy y me meto en la bañera, estaba disfrutando de una buena ducha, el agua calentita resbalando por mi cuerpo y la verdad es que los tres tipos estaban empezando a calentarme, con el régimen al que me tenía obligada mi marido, no era difícil. En eso se abre la puerta del baño y aparecen los tres hombres con sus pollas en ...
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