1. Isidoro, Marta, Carol y Aurora


    Fecha: 21/12/2018, Categorías: Incesto Autor: kiko, Fuente: CuentoRelatos

    Corría el año 1979. Isidoro, gallego, natural de una aldea de Orense. Vivía ahora en Epsom, una pequeña ciudad en el condado de Surrey, Inglaterra. Llevaba dos meses casado con Marta, que era de su misma aldea. Marta e Isidoro trabajaban en turnos en el Manor Hospital, un hospital de subnormales. Vivían de alquiler en una habitación de la casa de la tía de Marta. Tenían derecho a televisión, baño y cocina. La tía de Marta, Aurora, estaba como un queso, tenía 38 años, era baja de estatura. Gastaba unas tetas más grandes que ella y tenía un culazo. El tío de su esposa, Braulio, un cuarentón, del montón, era un picha caliente para las inglesas, ya que Aurora pasaba más ganas de polla que Carpanta de pollo. Pero quien más llamaba la atención era la prima de Marta, Carol, que naciera allí y se consideraba inglesa, y como inglesa se follaba a todo lo que se movía. La chavala tenía 19 años, era de estatura mediana, morena, de ojos negros y grandes, larga melena negra. En tetas y culo saliera a su madre. Paso a contar la historia en primera persona. Tenía yo por aquel entonces 20 años y mi esposa Marta, 19. Una noche, después de acostarnos en la cama, me dijo mi esposa: -Te tengo que contar algo. -Cuenta. -Carol me puso el trato. -¿Qué trato? -¿Que trato va a ser? El de follar conmigo. -¡No jodas! -No jodo. -¿Cuándo te lo puso? -Esta tarde. Mientras tú fuiste a jugar a la snooker -Dame detalles. -Estábamos en la sala de estar y me preguntó si ya me había comido el coño otra mujer, y ...
    ... cuando le dije que ni hombre ni mujer, me dijo si quería que me lo comía ella. -¿Le dejaste hacer esa guarrada? -No, pero después las cosas se complicaron. -¿Qué pasó? -Se me acercó y me metió la lengua en la boca. -¿Para qué? -Aquí dan los besos así. -¿Vomitaste? -No, me gustó, me gustó tanto que mojé las bragas. -No sabía que fueras tan guarra. -Ni yo. Al ver que me estaba poniendo cachonda salí pitando. Pero la cosa no acabó ahí. Al rato, estaba yo aquí, sobre la cama, vestida, y entró Carol por la puerta. Llevaba puesta una lencería blanca, transparente. Se le transparentaban las areolas marrones, los pezones y el pelo negro del coño. Estaba descalza y con el pelo suelto. A mí nunca me atrajeron las mujeres, pero ella no era una mujer, era un sueño erótico... Se acercó a la cama. Me preguntó si me quería correr y le respondí que la mujeres no nos corremos, que quienes se corren son los hombres. -¡Bien dicho! -Mal dicho. Las mujeres nos corremos. -¡¿Te comió el coño y te corriste?! -No soy una mujer que se deje fácilmente. -¿Te lo comió a la fuerza? -No, pero le llevó mucho tiempo comerlo. Tuvo que volver a besarme con lengua... -Para eso tuviste que abrir la boca. -Y acariciar su lengua con la mía y chuparle la lengua como me la chupaba ella a mí. Pura cortesía. Mi esposa me había empalmado con su relato, pero me hice el ofendido. -¡Puta cortesía! -Por una letra no vamos a discutir. Tuvo que quitarme la blusa y el sujetador. -¿No le ayudarías? -Es que hacía mucho calor. ...
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