1. Atracción fatal o amor prohibido (3): Algo más que sexo


    Fecha: 09/01/2019, Categorías: Incesto Anal Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... excitación relajara y alejara al máximo sus temores al próximo escalón. Deslicé más abajo, una pierna por debajo y la derecha en medio. Ubiqué el miembro apoyado en el esfínter, podía sentir el temblor inquieto de la novedad, empujando lento, suave, casi imperceptible. Juego en la entrada de su cerrado culito, presionando y aflojando, a modo de un relajante masaje. Voy leyendo los gestos, las reacciones, la confianza afloja la tensión del músculo anal, algo más laxo, si el dolor es al inicio se puede frustrar el intento. La preparación mental da sus frutos, prolongado juego de frotamiento y presión intermitente adormecen sus reflejos defensivos, anestesian las prevenciones y prejuicios sobre el sexo anal, por sus gestos percibo que se está entregando, confiable relajación dan claros síntomas que su culo está totalmente relajado y dilatándose para recibir mi poronga a todo lo ancho. El glande está atravesando el anillo de fuego, hasta diría que se lo siente lubricado y relajado cuando la dilatación llegó al máximo para que el intruso atraviese en su máximo grosor. Profundo suspiro y sentido gemido avisan que comienza a sentir la penetración del macho, sodomizada y penetrada en su virginidad anal. No opone gran resistencia a la penetración, también era tarde para intentarlo. Con la cabezota de la verga dentro no podía evitar esta violación de su zona prohibida. Entraba despacio, centímetro a centímetro, su culito se está comiendo el pene, bien grueso, sobre todo bien ancho, ...
    ... entraba un poco y salía otro poco, el recto se adecua sin grandes gemidos, placentera intromisión, hasta siento lubricado el conducto. - Siénteme, siente como entro en ti. – suspirando: - Te siento, enérgico pero suave, potente pero ternuroso. Hmmmm… duele pero puedo aguántame la “gordita” Sin aspavientos ni reacciones se deja sodomizar, con dulzura también se puede domesticar a una potra salvaje. Siento que comienza a moverse, diría que complacida, el hoyo dilatado sigue ajustado sobre la pija, dejándome deslizarme por las oscuras entrañas de mi hembra. Envión profundo, entré a tope, mis testículos pegados a sus glúteos. Los dieciocho centímetros de largo y los seis de grosor se detienen cuando mi pelvis hace tope con sus nalgas, empujo con firmeza, el esfínter se contrae, se defiende, igual entró lo poco que restaba por tragar. Abre suavemente las nalgas, sigue empujando, presionando hasta que mi pene se guarde totalmente en su estuche. Giramos hasta quedar boca abajo, la almohada bajo el vientre eleva las nalgas para darme comodidad y tener una postura más manejable. La vulva totalmente empapada, dejando que sus jugos se adhieran a mis testículos cuando la entro hasta el fondo. Se la saqué casi hasta la puertita, despacio, unté el esfínter con algo jugo vaginal, volviendo a metérsela tan despacio como cuando la retiré. El vaivén del metisaca, desde la puertita hasta presionar con fuerza el pubis contra sus glúteos, una y otra vez, lentamente, paciente y cuidadoso. La copiosa ...
«1234...»