1. Negación - Capítulo 12


    Fecha: 16/01/2019, Categorías: Gays Grandes Relatos, Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... que yo. Antonio y Eduardo se miraron el uno al otro y luego de vuelta a mí, como exigiendo que alguien explicara algo, o que la cámara oculta se hiciera presente y anunciara que la broma de mal gusto había concluido. Y luego recordé una conversación que mantuve con Cecilia luego de una de mis clases en el gimnasio, una charla de pasillo que tuvimos hace solo un mes y que ahora me parecía antiquísima, llevada a cabo hace años y años atrás. En ella, me habló de su marido, el militar que tenía al frente mirándome con la boca abierta. Me dijo que se inscribió en la Universidad y que yo sería su profesor. Me dijo también que me temía. No a mí. Le temía al Cementerio. Temía convertirse en una de las tumbas que dejaba en el camino. - Discúlpenme – dije en un hilo de voz, sin apartar la vista de los depredadores. Deshice los pasos que di y salí del salón a toda prisa, directo hacia los baños. Escuché el murmullo de voces aumentando de tono en la medida en que me retiraba. Llegué justo a tiempo antes de vaciar mi contenido gástrico en el retrete. - Dios, Dios, Dios – supliqué, con lágrimas en los ojos -. Dios, Dios, Dios. Toma aire, bótalo. Una y otra vez, me recordé. Toma aire, bótalo. Una y otra vez, me estaba volviendo un manojo de nervios. Toma aire, bótalo. Una y otra vez, lo habían ...
    ... destruido todo, ¿qué más querían? Y lo comprendí. Esto no era un castigo, era una oportunidad. La vida te las ofrece siempre, opciones, decisiones que tomar. Vivir o morir. Blanco o negro. Sí o no. Sólo hay que ser lo bastante astuto como para no desaprovecharlas. Ser lo suficientemente valiente como para afrontar las consecuencias. Pero ellos tomaron una decisión también. Y yo conocía la consecuencia. Me lavé la cara con abundante agua, mis manos dejaron de temblar. Era momento de empezar de cero. Aquí no era el Puto, ellos lo mataron. Aquí yo era El Cementerio, y yo los enterraría a ellos. Entré al salón y está vez no cometí el error de mirarlos. Me dirigí a mi escritorio, saqué mis documentos, encendí mi notebook, tomé aire y miré a la clase. - Buenas Noches – los saludé, mi voz sonó segura, yo era el dueño, amo y señor en este espacio reducido -. Mi nombre es Fabián González, y seré vuestro catedrático este semestre. Me toqué el labio, justo en el lugar donde recibí su golpe esta tarde y lo miré. Le dedique una fría sonrisa. - Saquen papel y lápiz, vamos a ver si sus cabezas tienen algo de masa encefálica, o sólo tienen aire – el silencio fue rotundo -. Y por cierto, bienvenidos a la Universidad. Quise agregar “Y que comiencen los Juegos del Hambre” pero me pareció algo exagerado. 
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