1. Roxana enloquecida por un gran bulto


    Fecha: 20/01/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: claudiob, Fuente: CuentoRelatos

    ... y propusiese algo, pues no es lo mismo acepta una invitación que proponerla, por lo que me hice la dormida e hice que mi cabeza se balancease a cada sacudida del tren, pero acercando cada vez más mi cara a su pija, hasta que la misma hizo contacto. ¡Que pedazo! Me hubiese gustado continuar así, pero para disimular no lo hice sino que continué haciendo oscilar mi cabeza, aunque eran cada vez menos los balanceos y más el tiempo que mi cara continuaba en contacto con su trozo. No me animé a mirarlo para que nadie se diese cuenta que no estaba dormida, pero si bien yo me calentaba cada vez que mi cara hacía contacto con su aparato, él parecía inmutable pues su pija no solo no se paró sino que ni siquiera palpitó. Cuando el tren estaba por llegar a Caballito, se preparó para bajar, por lo cual me quedé con las ganas de continuar sintiendo esa tranca contra mi cara. Era tal la calentura que había alcanzado que mi concha estaba totalmente mojada. Llegó el tren a Once e hice casi corriendo las cuadras que me separaban del negocio en que trabajaba; no bien llegué a él me fui al baño y me masturbé para poder estar en condiciones de trabajar. Pasó casi un mes hasta que lo volví a ver en el tren. Esta vez no tuve la suerte de la ocasión anterior por lo cual me tuve que conformar viéndolo a tres o cuatro personas de mí, pero sabiendo donde bajaba, cuando el tren salió de Flores me fui acercando hasta la puerta de forma tal que cuando el tren paró en Caballito, viendo que bajaba por una ...
    ... puerta, yo bajé por la otra. Lo seguí, dos cuadras y vi que abrió un negocio, ¡Bravo! ya sabía donde ubicarlo. Volví hasta la estación de tren y continué el camino hasta mi empleo. Ese día se me hizo de goma. Cuando llegó la hora de salida me fui a su negocio a ver si lo encontraba pero al llegar ya estaba cerrado, no obstante me sirvió para ver el horario en que funcionaba, ¡Era el mismo que el mío!, me fui rumiando y como subí en Caballito viaje parada hasta Merlo, una cagada pero lo bueno es que un par de personas, un viejo y un pendejo, me sobaron un rato el culo; por cierto el que más me calentó fue el viejo pues ¡Me pueden los jovatos!. Debe ser que por la violación siento repulsión por los de mi edad, y que por lo que Armando hizo por mí, no desvirgarme por el orto, sino dejarme sus pertenencias, inclinan la balanza hacia el lado de los veteranos. Al otro día, viernes, no lo ví, pero igual avisé en mi negocio que el lunes llegaría más tarde. El lunes, aunque no lo crucé en el tren, bajé en Caballito y fui hasta su negocio. Cuando llegué ya estaba abierto por lo cual entré, pero para mi sorpresa no estaba él sino otro veterano; al verme entrar me preguntó que necesitaba y le inventé que necesitaba algo que otro señor me había mostrado, él me dijo que Daniel, ¡Por lo menos me enteré de su nombre! ese día llegaría más tarde, puesto que como eran socios se turnaban para que no siempre fuese el mismo el que madrugaba ni el que cerraba, pero que si le indicaba que era él me lo ...
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