1. Don Benigno


    Fecha: 22/01/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... propio marido, decía cosas que antes jamás se le hubieran ocurrido ni pronunciar a solas. Papito métemelo duro, qué rico papi, ay Dios que sabroso. Frases como esas, Mari las repetía una y otra vez, no eran producto de un fingimiento, todo lo que ella sentía y expresaba en esos momentos era completamente real y natural. Por su parte Benigno tampoco permanecía callado, aunque sus expresiones eran algo más reservadas, no por eso era menos calientes. Mari se encontraba disfrutando de otro sabroso orgasmo, y pensando que él estaba a punto de venirse, si no lo había hecho ya. Una vez que ella comenzó a bajar el ritmo del movimiento de sus caderas y su agitada respiración se fue normalizando, Benigno le sacó su pene de la vulva de ella. Con suavidad la fue volteando, hasta que ella quedó por completo boca abajo, le separó ligeramente las piernas y sin perder tiempo se lo volvió a introducir en el húmedo coño de Mari. Ella se sorprendió al sentir nuevamente entre sus carmes el ariete de Benigno, pero como por arte de magia las fuerzas para continuar follando regresaron a ella, ya no era con la suavidad del primer encuentro, ahora era con una sabrosa fuerza animal que desplegaba ese hombre a sus espaldas, mientras que su verga entraba y salía de su peludo coño, las manos de él jugueteaban con sus senos y con su inflamado clítoris. Nuevamente los gritos de placer de Mari se escuchaban por toda la habitación y de seguro que por gran parte de la propiedad. El disfrute de la pareja era ...
    ... algo evidente, tanto que ella pedía a gritos prácticamente que le diera más y más duro, a lo que él la complacía haciéndoselo con más fuerza, al tiempo que los gruesos dedos de él exploraban dentro del esfínter de Mari. Nuevamente Mari alcanzó otro estupendo y sabroso orgasmo, acompañada de esa rara sensación en su ano debido al curioso trabajo que parcialmente Benigno le hizo con sus dedos dentro de su culo, era evidente que cada vez que Mari alcanzaba un orgasmo sus fuerzas parecían abandonar su cuerpo, mientras que ella quedaba agotada y hasta somnolienta, pero con una sonrisa de puta en su rostro que reflejaba mucha alegría, ese tío se la había tirado como nunca nadie lo había hecho. Como si se tratase de una muñeca de trapo, nuevamente Benigno la volvió a colocar boca arriba, ya Mari se había entregado completamente, y cuando se dio cuenta de que sus largas piernas eran colocadas contra los hombros de su amante, ni tan siquiera se molestó en abrir los ojos. En el estupor que se encontraba debido a lo agotada que estaba, no le puso mucha atención a lo que Benigno le estaba haciendo, sentía sus gruesos dedos sobre su coño y parte de su culo, como con cuidado le jorungaba tanto su vulva como su apretado esfínter. Sentía esas suaves caricias sobre la piel, realmente estaba bien agotada ella se preguntaba de dónde coños sacaba ese viejo de cabellos plateados tanta energía, su esposo siendo mucho más joven apenas y lo hacía una vez a la semana si acaso y en los cinco meses de ...
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