1. Viajando en el tiempo (3)


    Fecha: 21/10/2017, Categorías: Grandes Series, No Consentido Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    Hizo una seña a otro compañero, que Eva no vio, y éste se acercó y lo sustituyó, clavando la polla de golpe en el ansioso coño de ella. -Mmmm. No pudo evitar soltar un nuevo gemido de dolor. La polla que la perforaba ahora era más delgada que la del otro, pero, sin haber chocado los muslos con su culo, ya sentía como si le fuera a sacar el útero por la boca. Tras la primera impresión, se dio cuenta de que ahora le iba a ser un poco más difícil aplicar la técnica aprendida. Al ser la polla más delgada, se obligaba a contraer más el anillo pélvico. Tardó un poco y le costó algunos azotes, pero, por fin, consiguió que su follador disfrutase, que a ella dejase de molestarle los golpes en su cérvix y que volviese a sentir su cuerpo chocar contra su culo. Con su coño adaptado al nuevo tamaño, volvió a recibir las sensaciones placenteras que la acercaban a su orgasmo. Éste le fue negado cuando lo pidió y el acto se convirtió en un suplicio, a medias entre el placer y el esfuerzo para no correrse. Para colmo, su amante resultó tener un aguante increíble, lo que hacía interminable el suplicio. No se atrevió a pedir más de un permiso, por miedo al castigo, y cuando ya desesperaba porque el coño empezaba a irritársele y temía que su orgasmo se le iba a disparar sin poderlo contener, sintió que el hombre se corría, al escuchar sus bufidos y convertirse las penetraciones en clavadas profundas, con breves retenciones para dar salida a su corrida. -Señor, no me he corrido. El hombre no ...
    ... dijo nada. Sintió cómo se alejaba y cómo alguien, o él mismo, volvía enseguida. No le dio tiempo a nada. De repente, sintió el fuerte golpe de algo plano en su ya dolorido culo. -AAAAAYYYYY. -Eran cinco golpes de paleta, pero con este grito, serán seis, y no te olvides la cuenta. –Oyó que le decía su entrenador. Cuando terminaron los seis golpes contados y agradecidos, procedió a soltarla de los enganches. En el suelo, donde había estado su cabeza, había un charco de babas, mocos y lágrimas. Su excitación se había esfumado y no se tenía en pie. Sujeta entre otras dos que no habían sido castigadas, fueron llevadas a otra estancia donde pudo contar hasta veinte celdas en las paredes de la derecha y otras tantas a la izquierda de la entrada, consistentes en una pared al fondo, donde se sujetaba un tablero con colchoneta que hacía de cama, dos paredes de barrotes, una a cada lado y otra al frente, con una puerta, también de barrotes, que estaba abierta. En el centro, una larga mesa con bancos a ambos lados. Uno de ellos estaba casi completo con quince muchachas desnudas y ataviadas con enganches como ella, que las recibieron con sonrisas pero en silencio. Una vez sentadas todas, salieron los instructores y, al tiempo que se cerraba la puerta, se abrió un ventanuco donde había una serie de cuencos de plástico. Una de las que ya estaban allí, se levantó y fue llevando un cuenco a cada una de ellas. Alguna de las nuevas intentó levantarse, pero fue retenida por la que tenía enfrente. ...
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