1. Él te observa (Episodio 1)


    Fecha: 01/02/2019, Categorías: Incesto Voyerismo Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    La nueva integrante Yo sabía que la idea de instalar cámaras de vigilancia en casa no iba a ser bien recibida por la familia. Supongo que a nadie le gusta sentirse observado todo el tiempo en la intimidad de su hogar. Así que ni siquiera me molesté en plantear esa posibilidad. Sin embargo, debía encontrar en forma urgente una solución al problema. Ya era la tercera vez que ocurría. Primero había sido un lujoso brazalete de plata que mi esposa atesoraba con el mayor cariño. Lo había heredado de su madre, y ésta de la suya. Era de esos tesoros que van incrementando su valor sentimental a medida que van atravesando sucesivas generaciones. En las otras dos oportunidades había sido dinero en efectivo. Estaba claro que no eran simples extravíos; y la verdad era que todos sospechábamos la identidad del silencioso ladrón, pero había que tomar alguna medida para pescarlo in fraganti. Mi nombre es Mario, soy escribano, y podría decir que tengo una familia ideal. Estoy casado con Irene: una hermosa morocha de ojos verdes que conocí en una mañana de domingo a la salida de la iglesia. Me enamoré apenas la vi. Siempre le agradecí a Dios que ella se fijara en mí cuando le sobraban candidatos. Después de veintidós años de casados, puedo asegurar que su belleza se ha conservado intacta. La verdad es que el tiempo le ha sentado igual que a los buenos vinos. Su hermoso rostro de rasgos finísimos sigue provocando los más profundos suspiros. Y qué decir de su cuerpo… si digo que era una mujer ...
    ... escultural cuando nos unimos en sagrado matrimonio, debo decir también que la madurez la ha vuelto exuberante. Fundadas en regulares sesiones de gimnasio, sus curvas han crecido de una manera armoniosa para conformar una figura de excelsa sensualidad. No obstante, no es de esas mujeres que van por ahí haciendo alarde de su bien proporcionado cuerpo. Nunca se la vería paseando con vestuario siquiera sugerente. Siempre tapada, con paso sobrio y perfil bajo. Seguro que su estricta educación religiosa ha influido notablemente en su recatada conducta y su puritana personalidad. Lamentablemente para mis inevitables necesidades masculinas, no es de hacer excepciones en la intimidad. Nuestras relaciones sexuales siempre han sido bastante cohibidas, aburridas, de poco movimiento, restringidas a la posición del misionero y casi nada más. Siempre he lamentado esa picardía de Dios: amasar en barro un enorme par de tetas y un culazo increíble, para luego adjuntarle el comportamiento de una monja. Confieso que en más de una oportunidad he sentido ganas de pagarle a alguna prostituta para poder disfrutar sin tabúes de la satisfacción de algunos menesteres que jamás podría atiborrar con mi mojigata esposa. Pero no soy de los que arriesgarían su entrada al cielo por unos minutos de placer mundano. Producto de nuestros esporádicos encuentros amatorios son Alicia y Daniel. Ali tiene veinte años y siempre fue mi debilidad. Es tan hermosa y radiante como su madre, o quizá más. Su esbelto cuerpo luce ...
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