1. Entre-acto: Moribunda


    Fecha: 10/03/2019, Categorías: Dominación Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo alteres, solo eso. Te daré una copia de las llaves, para que puedas entrar y salir, no hables con los vecinos, solo lo que precise la educación y nunca des pistas de nada, saben que entro y salgo a menudo. Asintió con la cabeza mirando hacia la autopista, entrabamos en la A-3, y poco después en la M-30 dirección sur-suroeste. Seguimos dirección oeste y poco después salimos a la M-40 y en la primera salida a la vía de servicio y pasando por encima de la M-40, y entramos en la urbanización, como siempre aparcamos lejos. Caminamos en silencio, ella miraba el entorno, deduje la intranquilidad de lo desconocido. Llegamos a las torres en diagonal, en la última tenía mi pequeño piso. En el ascensor siguió en silencio continuó callada cuando cerré la puerta con llave. Había encendido la luz de la entrada, un pequeño hall con dos muebles, y una alfombra que no quitaba nunca, en un mueble se ponían los zapatos y del otro cogías las zapatilla, en casa siempre en zapatillas, se puso unas mías nuevas, le estaban algo grandes pero unos calcetines de invierno también míos casi equilibraron las zapatillas. La entrada a la cocina daba a este pequeño hall y la otra puerta era la del salón, oscuro debido a que era de noche y que además tenía las cortinas cerradas, encendió la luz. -Hace frío – Dijo frotándose los brazos. -Sí, pero en breve la temperatura cambiará. -Es un viejo sistema muy rápido, tengo una lata de 40 centímetros de diámetro con 20 de fondo, le medié con alcohol sanitario, ...
    ... poco después una larga llama iluminó el salón, tenía un lugar donde no podía haber un accidente y quemar el salón, la llama de esa lata no alcanzaba a nada, solo pared limpia y además cerca una manta de coche, en caso de peligro ahogaba el fuego, lo he probado varias veces. Se había sentado en uno de los sofás que había dividiendo el salón en dos, en la otra parte estaba la mesa de comedor y ocho sillas en su entorno. -Ambiente espartano – Dijo mirándome. -¿Estás deprimida? – Pregunté por decir algo. -Más bien fuera de lugar, hombre bueno. Sorna en lo último, su mirada era extraña y lo vi normal, estaba a merced de un desconocido. -¿Miedo? -Algo parecido, no se explicarlo. -Conozco un centro donde estudiantes viven, también es religioso, esta semana que entra, podemos preparar una maleta y te recibirán sin problemas, y no tienes que pagar nada, solo mantener la disciplina que ya conoces. -Otra vez no, de ninguna manera, me arriesgaré hombre de satán, tú no eres bueno aunque dieras con la clave, me tiene aturdida como la diste de beber, y antes de marcharnos volví a mirar su rostro, seguía mirando a la ventana con ese gesto tranquilo, sosegado y ese atisbo de sonrisa -, la corté. Esperaba a la muerte con tranquilidad, no fui falso, como tampoco el beso, ella lo anhelaba, era algo parecido a una asignatura pendiente, con el amor que había despreciado de ese hombre, que la amó sin ser correspondido y lo peor, torturado por ella. -¿Qué es el amor verdadero? – Preguntó como si ...
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