1. Hermanos que a solas juegan


    Fecha: 15/03/2019, Categorías: Lesbianas Tabú Autor: aliciawonders, Fuente: xHamster

    Pasaron varios años después de aquellas traviesas caricias que Evant y su hermana Petit se dieron en aquella cabaña en tierras cálidas y eróticas. Fue como cuando un volcán estalla con la máxima potencia de que es capaz después de miles de años de presión acumulada. Por lo general, cuando ocurre una de esas explosiones catastróficas y sublimes, todo cobra una muy apacible calma, que dura mucho tiempo, pero que a la vez, comienza lentamente a recolectar poco a poco nuevas tensiones, incipientes sensaciones que se ocultan bajo la superficie calladamente.Como dije, años pasaron, pero la tensión había crecido bajo los pantalones de Evant, y su hermana Petit era muy perceptiva para pasar desapercibido un evento de este tipo.La cabaña había quedado en la memoria, ahora de vuelta en la ciudad, con sus tardes monótonas, con el sol habiendo ya recorrido y dejado el punto del cenit, se cernía cierto sopor sobre la mente de Evant, mirando la tele sin verla, con los parpados caídos y el cuerpo distendido, dejándose devorar por el sofá acolchado y tibio, momento perfecto para una siesta, para dejarse arrullar por el sonido murmurante de los automóviles en la lejanía, y algún claxon siendo tocado por un equis impaciente.Pero Evant no iba a estar tan sólo, Petit entró en la clara estancia, tenía su uniforme de colegiala aún puesto, con el suéter rojo adornado de sus dorados cabellos despeinados, y la falda a cuadros que ella a propósito había distorsionado para que no quede lugar a dudas ...
    ... con respecto a la belleza de sus mulsos. Se sentó en un pequeño sillón e hizo una pregunta de rutina:— ¿Qué estás viendo en la tele?——Nada, tengo un sueño de muerte— respondió Evant con mucha desgana en su voz.—Es verdad— dijo ella—, hace una buena tarde para una siesta y no despertar nunca más—Y así quedaron en silencio ambos, perpetuados minutos extraños, otra vez, viendo sin ver la televisión, muy quietos, esperando que el sopor los bañara, que el tiempo envejeciera y se fugara. Evant se durmió, y Petit permaneció sonámbula, con una pierna sobre el brazo del sillón.Pasaron un par de horas, y Evant despertó de la ensoñación abruptamente, así siempre le sucede, se le quita el sueño de un momento a otro; no desciende al planeta de manera progresiva, sino que cae como de la rama de un árbol, y se estrella contra la realidad. ¿Y cual era esa realidad? Simplemente la blancura de un par de muslos que Evant vislumbraba desde donde estaba, las medias blancas cubrían las piernas de Petit hasta por encima de las rodillas y allí se quedaban, enseñando un fragmento desde los muslos hasta el lugar secreto que se ocultaba bajo esa falda, un sitio no tan secreto, pues la bendita gravedad había hecho que los pliegues de esa falda se retiraran para sugerir actos, imágenes plácidamente torturantes para un hermano que admiraba desde el pasado a una más que cariñosa hermana.Ella finalmente había caído en el sueño, o al menos eso le pareció a Evant, quien miraba alternadamente las piernas, y ...
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