1. Hijas del Sol Naciente p1


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: BDSM Fetichismo Autor: pepejuxn, Fuente: xHamster

    ... Enseguida la guardia se retiró, y quedé en el recibidor acompañado sólo de la princesa y de Makoto.- En esta casa estarás siempre desnudo. Sólo llevarás ropa cuando se te permita excepcionalmente. Makoto te llevará hasta tu celda. Ella es mi ayudante personal, y mi mujer de confianza. Debes obedecerla en todo como si de mí misma se tratase.Diciendo esto, se retiró. Makoto desató mi cinturón, y me quitó la túnica. Después tomó mi correa, que la princesa le había confiado, me dijo que me arrodillase, y la ató en torno a mi cuello. Así me condujo hasta mi cuarto, caminando a gatas en pos de ella. Atravesamos el recibidor y bajamos por unas escaleras de mármol hacia el sótano. El suelo estaba helado, y deseé que mi cuarto tuviera moqueta. Llegamos a un largo corredor, y tuvimos que caminar por él hasta el final, donde llegamos hasta una pesada puerta de madera, que Makoto abrió. Me quitó la correa y me hizo pasar, cerrando la puerta con llave cuando hube entrado. Por suerte el suelo era de madera, y estaba a la temperatura adecuada. Eché un vistazo en torno al cuarto. Tendría unos seis metros de ancho por siete de largo. En él el único mueble era una cama muy ancha, cubierta sólo por una sábana y una colcha. Además, la única ventana era una estrecha claraboya demasiado alta como para mirar al exterior, protegida además por una reja. Opté entonces por tumbarme en la cama, y tapándome con la colcha, me dormí.A la mañana siguiente me despertó el ruido de la llave en el cerrojo de ...
    ... la puerta. Apareció Makoto, vestida con un traje similar al del día anterior, y con mi correa en la mano. Vamos. Ya es la 1. Hora de comer para tí. Había dormido mucho; supongo que estaba cansado del día anterior, cuando me estuve despidiendo de mi antigua ama, luego el viaje hasta M, el haberme ido a la cama tan tarde...A gatas y con mi correa al cuello, seguí a Makoto deshaciendo el camino del día anterior. De nuevo pude sentir el frío del mármol en mis manos y mis rodillas. Una vez en el recibidor, fui conducido a una sala contigua, donde me esperaba la princesa. Ya no llevaba el aparatoso kimono que lucía cuando me compró, sino que en su lugar cubría su cuerpo una delgada bata blanca de seda, que dejaba ver sus rodillas e incluso parte de sus muslos. También mostraba un generoso escote que insinuaba sus pechos pequeños, erguidos, tersos. Su postura desgarbada sobre el sillón, con las piernas cruzadas sobre el apoyabrazos de éste le daban un cierto aire infantil, acentuado por las piernas un tanto regordetas y las rodillas como las de una chiquilla de aquella niña-mujer. También pude ver por primera vez sus manos; sus dedos eran delgados y alargados, y sus uñas, cortas, estaban pintadas de color dorado. No llevaba anillos, pero sí lucía unas hermosas pulseritas plateadas en su muñeca derecha.- Es hora de comer.- Sí, ama.Inmediatamente apareció una criada pequeñita, que sin levantar la cabeza dejó un bol en el suelo, a los pies de la princesa, y se marchó tan rápido como ...
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