1. Tarjetas black (Parte 3)


    Fecha: 27/10/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos

    ... suficientemente claro que no debían comentar nada a nadie, o no tomaron en serió su advertencia… ―Le recriminó Roberto a la colombiana. ― O alguien filtró este asunto hace meses desde Madrid, o lo comentaron a la hora del almuerzo, o como dijo el encargado de exportación “era algo que olía mal”… ―se defendió Yeimy. Un tenso silencio invadió el despacho. La contable y el delegado se estudiaron con la mirada. ― Bueno, más tarde le pediré que señale a tres de esos “enterados” para poder hacerles un par de preguntas. Por cierto, ¿le resultó de ayuda el documento que le entregué? ― Preguntó Roberto para enfriar un poco el ambiente ― Sólo en un par de casos, la verdad. Aunque si le soy sincera ese documento me resultó especialmente útil a mí misma, para sentirme respaldada y darme confianza para tratar con toda esa gente con tanta rosca. ― ¿Con “tanta rosca”? Imagino que se refiere a tener buenos contactos, ¿no? ― Sí, es verdaderamente lamentable la cantidad de sueldazos que esta empresa se podría ahorrar. ― Eso pasa siempre, alguien debe tomar las decisiones y supervisar cada departamento. ―explico Roberto. ― Con un sistema de incentivos por objetivos para la gente que trabaja de verdad sobrarían la mitad de esos consejeros, supervisores y chupamedias que no hacen nada de nada. ― ¿”chupamedias”? ―pregunto el Delegado realmente hechizado por la perspicacia de la guapísima secretaria de contabilidad. ― Empleados que sólo se dedican a alabar y agradar a sus superiores, sobre todo a ...
    ... quienes movieron los hilos para que ellos entrasen en la empresa. Aduladores y recaderos que objetivamente no aportan nada a la empresa. ― ¡Ja! ¡Ja! ¡”Chupamedias”! ¡Quieres decir un “pelota” o un “lameculos”! ―rio el delegado. ― “Lameculos” ―Contesto Yeimy sonriendo en correspondencia. Un nuevo silencio se abrió hueco en aquella conversación. Sin embargo, esta vez una mirada maliciosa apareció en el rostro del delegado. ― Sí, gracioso ¿verdad? ―comenzó el hombre a hablar al tiempo que se levantó― Pero sabes por qué, pues porque te imaginas a un hombre haciéndoselo a otro… ―aclaró caminando en dirección a la puerta ― ¡CLOK! Yeimy escuchó con total claridad el cerrojo de la puerta. ― Pero… y si te imaginas a un hombre comiéndole el culo a una mujer o a ti misma, ¿también te resulta gracioso? o te resulta… interesante ―pregunto Roberto. ― Esto… no sé ―Yeimy no sabía cómo salir de aquella emboscada. ― ¿Le han lamido a usted el culo alguna vez, Yeimy? ― Creía que hablábamos en sentido figurado ―se excusó, fue la mejor evasiva que se le ocurrió. ― ¿En sentido “figurado”?... ―le recriminó Roberto― Parece mentira que sea usted la misma señora que tan “amablemente” me comió la polla cuando me ofrecí a acompañarla a casa. Silencio. Ese mismo silencio que lo invade todo cuando la presa descubre al depredador, que precede al atropellado precipitarse de los acontecimientos. ―No hablo en “sentido figurado” hablo de que se suba usted a la mesa y se ponga de rodillas en el borde. Hoy me toca ...
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