1. Fui iniciado por un médico (6)


    Fecha: 31/03/2019, Categorías: Gays Dominación Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando llegué tuve una sorpresa: había otro señor en el departamento. Debía tener unos cincuenta años. Era gordo y de baja estatura, robusto, pelirrojo y de mirada penetrante que clavó en mí apenas me vio. -Ésta es Jorgelina… -me presentó MI Señor. -¿Qué te parece, Ernesto? Yo sentía arder mis mejillas de la vergüenza al ser presentado como una chica, pero también por la oscura y turbadora excitación que eso me provocaba. -Dejame que la vea desnudita y después opino. -Ya oíste, putita, ponete en bolas. –me ordenó Mi Señor y obedecí, claro, aunque vacilé un poco por la vergüenza de tener que mostrarme desnudo ante ese señor desconocido que me envolvía en una mirada larga y viscosa. Sólo cuando estuve desnudo me di cuenta de que había una maleta sobre la mesa, que el visitante abrió y Mi Señor me ordenó que viera su contenido. ¡Era ropa de mujer!... faldas, blusas, vestidos… Incluso zapatos de tacos altos… ¡Y también ropa interior!... -Las nenas deben vestirse de nenas, ¿no te parece, Jorgelina? –dijo MI Señor mientras yo no podía salir de mi asombro, de mi conmoción al saber que Mi Dueño quería hacerme vestir ropa de mujer… -Perdón, MI Señor, es que… es que… ¡es que yo soy varón!... –protesté y entonces intervino el señor de la ropa: -Mmmmmhhhhh, Hipólito, la tenés muy malcriada a tu Jorgelina… Me parece que le está haciendo falta un poco de rigor… -Me parece que sí, Ernesto, esta nena me está haciendo pasar un papelón, ¿qué sugerís? -Que le demos una buena zurra en la ...
    ... cola y se la dejemos roja y ardiendo para que aprenda a comportarse. -De acuerdo, Ernesto. –aprobó Mi Señor y yo me angustié al sentir, ante lo que me esperaba, una mezcla de miedo y curiosidad. -No, no quiero que me peguen… -protesté casi lloriqueando pero sin demasiada convicción… Mi Señor entonces me agarró de un brazo y mientras me zamarreaba me dijo con tono severo y mordiendo las palabras: -Oíme bien, nena tonta, vos no sos nadie para querer o no querer, vos sos nada más que una putita carne de verga. Si no te gusta ahí está puerta te vestís y te vas. ¿Está claro? Te doy cinco segundos para decidirte. –y empezó a contar mientras la angustia era un vendaval en mi interior… -Cinco… -dijo Mi Señor y yo, avergonzado, humillado, murmuré al borde del llanto: -No… Está bien, Mi Señor, me… me quedo… Mi Señor y el otro rieron al unísono y el visitante dijo: -Muy bien, Hipólito, a estas putitas hay que tenerlas a rienda corta y es más, cuando le calentemos el culito ya vas a ver cómo termina gustándole… Son todas iguales éstas y las conozco muy bien… El otro puso la maleta en el piso y me ordenó que me inclinara sobre la mesa. Lo hice después de limpiar con el dorso de mi mano derecha algunas lágrimas que mojaban mis mejillas y esperé respirando fuerte por la boca mientras los oía hablar a mis espaldas… -Tiene un culo hermoso tu nena, che… Y qué piernas… -Sí, fue un hallazgo que le agradezco al Diablo, jejeje… No imaginé que existiera un chico como éste… -Oíme, Hipólito, nunca ...
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