1. Marina, mi nuera (Segunda parte)


    Fecha: 07/04/2019, Categorías: Incesto Sexo en Grupo Autor: Gustavo Gabriel, Fuente: CuentoRelatos

    A partir de aquel día, mi suegro fue lo único que circuló por mi cabeza. Era realmente insuperable, él me saciaba en la cama ya que con mi marido las relaciones por poco se fueron distanciando. Si bien mi marido, me buscaba y yo habría las piernas me mordía por no decir el nombre de mi hombre, Marcelo al orgasmar. Tampoco le dejaba a mi esposo penetrarme por mi cola, a diferencia de Marcelo que cada día me saciaba más por ella y hasta con aparatos. Un día mi marido me insinuó de usarla con él, explicando que su amigo se lo hacía a su esposa. -Bueno -le dije- anda a hacérselo a la mujer de tu amigo, porque a mí no me lo harás. Si bien Marcelo cada día era más ocurrente e inventamos mil maneras de hacer el amor, nunca en verdad me satisfacía. Me calentaba de manera alocada y yo enardecía por tener su miembro dentro de mi vagina lo más urgente. Una vez mientras terminábamos de coger me confesó otros deseos ocultos que quería llegar a hacer con mi cuerpo. Le gustaba que los hombres me manosearan en la calle, uno, dos o muchos hombres, pero no cogida por esos mismos hombres. -¡Marcelo! -Le dije- pero que me decís? Eso no es normal que le hagan a tu mujercita. Por un tiempo Marcelo se calló. Pero ese deseo en mi siguió, de alguna manera dándome vueltas y la manera de complacer a Marcelo. Un día surgió el tema casi naturalmente hablando con mi vecina. Y la confidencia de ella me sorprendió aún más: Empezó diciéndole: -Mi marido casi siempre por más que yo me pusiese lo más ...
    ... llamativo ni me prestaba atención y hasta muchas veces ni se daba cuenta cuando llevaba o no, corpiño o menos, calzón. Una tarde de agosto salí a caminar, estaba terriblemente disgustada con mi marido, porque era un atardecer muy lindo y él quería irse a ver un partido de fútbol que jugaba San Lorenzo de Almagro. Mi suegra que vivía entonces en casa se había ido a lo de su hija y yo me quedé sola. Al rato de pensarlo salí a caminar pero me vestí en forma llamativa para esto serían las cinco de la tarde. Al poco de caminar dos hombres me empezaron a decir cosa, que de alguna manera me encendieron a tal punto que empecé a coquetear y responderles, sin medir las consecuencias. Si lo hacía era por darle el merecido castigo a mi marido inconscientemente por tener sexo, y de paso demostrarme a mí misma que aun podía levantar las miradas y los deseos de extraños. Los dos hombres que por ser domingo se notaban que tenían unas ligeras copas de más se alentaban cada vez más a sí mismos, por creer que llegarían a cogerme. De decirme cosas, se me acercaron cada vez más intentando tocarme. Pero en un descuido y al pasar por una puerta abierta que justamente era de ellos, de un empujón los dos hombres la metieron en su casa. Mientras uno de ello la tenía apretada del cuerpo y de la boca, el otro se dedicó a desprenderme la blusa. Una túnica abrochada atrás sin corpiño era todo y al momento mis senos aparecieron libres de ataduras ante la mirada de ellos. Cuando me pude recomponer algo notó que era ...
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