1. Mi porrista preferida


    Fecha: 10/04/2019, Categorías: Jóvenes Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... -¿Y te gustaría? -¿Qué cosa? -Tener tu primera vez. Volvió a dudar. -Pues� sí, claro. Me le acerqué y la abracé, aún cubierta por la toalla pero uno de sus pezones podía verse de cerca. Entonces le susurré al oído: -Nada me gustaría más en este momento que ser el afortunado mi amor. No dijo nada pero tampoco se alejó ni mostró señales de rechazo. Cuando acerqué mis labios a los suyos, pude notar que temblaba la pobre. La besé suavemente y poco a poco Natalita fue correspondiendo. Dejó caer la toalla y yo me apresuré a cerrar la puerta y ponerle el seguro. Regresé inmediatamente donde ella y volví a preguntarle suavemente al oído. -¿Quieres que te enseñe a hacer el amor, bebé? Temblaba más ahora pero era evidente que quería que me la cogiera ahí mismo; sus pezones se habían puesto bien duritos. -S� sí. -¿Qué dijiste, mi amor? -Sí. Volví a besarla y me puse a acariciar su espalda y bajé poco a poco hasta sus nalguitas duras y redonditas; metí mis manos bajo la tanguita y empecé a salivar como si fuese a comerme una fruta jugosa. Tomé su manita derecha y la hice acariciar mi pene endurecido, primero por fuera, luego por dentro y de hecho cuando la nena sacó su mano totalmente humedecida, se la hice lamer como si de miel se tratara. La senté en el banco del vestidor, le saqué las pantaletas y me puse a lamer sus sabrosas piernas de animadora; ella jadeaba con cierto nerviosismo pero se notaba que tenía ansias de follar. Poco a poco fui lamiendo hasta llegar a su húmeda conchita, ...
    ... la miré e intercambiamos sonrisas de confabulación, así que mi lengua se dedicó a calentar suavemente su clítoris y así fui comiéndome su concha hasta hacerla jadear como perra. Me puse en pie y le aproximé mi pene a la carita, la cual acaricié con él y lo fui acercando a su boquita de niña. -Anda, nena: pruébala. Natalia abrió lentamente su boca; acaricié su mejilla con una mano y con la otra le introduje la verga; su lengüita se puso a lamer tímidamente y me provocó una sensación de perversión, así que la tomé de la coleta y suavemente me cogí su boquita. Esta nena es maravillosa y está a punto de regalarme su virginidad. La hice ponerse de pie y la abracé con fuerza, tomé sus manos y las puse sobre mis nalgas y agarré las suyas y las acaricié, con algunos pellizquitos suaves que por cierto fueron respondidos; restregué mi verga en su vaginita y la nena se puso a jadear como una puta, cada vez más y más fuerte. -Agárrate de mi cuello, mi amor. Se colgó de mi cuello y me besó con mucha ansiedad, respirando agitadamente como pidiendo verga a su infantil modo. Fue entonces que la tomé por los muslos, la alcé y se la introduje de una, cosa que provocó un quejido placentero en mi porrista preferida. Me puse como un toro y le follé sin reservas, dándole duro a una nena que no parecía sufrir sino que jadeaba como perra pidiendo más y más verga, cosa que fue complacida con toda gana. -¡Siénteme, mi amor! ¡Toma! ¡Toma lo que es bueno, bebé! -¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!... La putita se ...