1. La llegada del diablo


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Incesto No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... almacenero. Marta se tiró a la cama, extendiendo su cuerpo a lo largo de ella. Abrió las piernas, y Don Pedro hizo una toma a su vagina acercando el celular, y luego lo alejó lentamente, mostrando nuevamente el cuerpo completo de Marta. — Date vuelta —. Le dijo. Ella obedeció, se puso boca abajo, estaba segura de que esa pose le iba a encantar porque su trasero era la mejor parte de su cuerpo, y no es que el resto no fuera atractivo. Don Pedro le dio un mordisco al culo, y ella creyó sentir que un colmillo grande y filoso le pinchaba un glúteo. Un fino hilo de sangre empezó a recorrer la redondez de la nalga, entonces el diablo le dio una lamida y se la tragó. Luego se puso en cuclillas encima de ella, la tomó de las caderas, a lo que ella respondió flexionando las piernas y levantando el culo. Fue ahí cuando sintió cómo el falo del almacenero la enculaba con violencia, introduciéndose hasta la mitad en el primer movimiento. Marta gritó de dolor, sintiendo como se desgarraba por dentro. Cerró sus puños en las sábanas y mordió la almohada para reprimir sus aullidos, pero don Pedro, sin retroceder ni un milímetro el miembro, la ensartó por segunda vez, ahora sí, hasta el fondo, cosa que hizo que sus bolas chocaran con el culo de Marta. Estaba grabando todo. Enfocaba al torso de Marta que se hundía en el colchón y no dejaba de largas sus gritos de sufrimiento. Luego apuntaba la cámara del celular al culo de: los glúteos estaban pegados a la pelvis de don pedro, y del ano, ...
    ... que estaba taponado por la verga del almacenero, salían hilos de sangre. Pero aunque el dolor era insoportable, Marta estaba convencida de que haciendo lo que el hombre quería, obtendría lo que ella deseaba, que era, escapar de ese barrio miserable. Lejos habían quedado los simples y gratos recuerdos que la llenaban de felicidad. Había caído ante el hechizo diabólico, y ahora su mente trastornada sólo interpretaba las cosas tal y como aquel diablo vestido de hombre lo disponía. Don Pedro acabó adentro de ella. Sacó su miembro con la misma brusquedad con que lo había introducido, provocándole más dolor en el culo. Una vez que acabó, se vistió y se fue a la parte de adelante para atender el local. Marta apenas se podía sostener en sus piernas. Sentía como la sangre y el semen que le salía del culo recorrían su pierna. Se vistió, ensuciando su bombacha y pantalón. Caminó rengueando hasta la parte de adelante y cuando se cruzó con don Pedro, él la ignoró por completo, estaba atendiendo a otra clienta que ya estaba idiotizada ante la presencia del almacenero. No le importó, seguramente con todo lo que se dejó hacer, se había ganado el favor del hombre, seguramente él la sacaría de ese infierno. Esas cavilaciones le parecieron lógicas y acertadas hasta que cruzó la calle. Una vez que empezaba a atravesar la plaza ya se sentía extraña, y el dolor en el culo resultaba insoportable. Caminó unos pasos más y se preguntó qué era lo que acaba de suceder. ¿Acaso se había entregado a un ...
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