1. La llegada del diablo


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Incesto No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... sucesos que ocurrían desde hace unos meses. Lo que primero fue tomado como relatos contados por una mente enfermiza, fue adquiriendo credibilidad a medida que eran más los afectados, y más voces se sumaban. Ya era repetida la historia de que ante la presencia del almacenero, ciertas mujeres, principalmente las jóvenes y bellas, eran poseídas por pensamientos y sensaciones que le eran impuestas, y que no eran producto de su propia voluntad. Algunos hablaban de brujería, otros de drogas, y no faltaba el que pensaba que se trataba de un extraterrestre que estaba experimentando con humanos, quizá pretendía engendrar muchos seres como él y destruir la raza humana. Fuera cual fuese la hipótesis en que creían, todo el barrio estaba seguro de que la culpa radicaba en aquel almacenero que se había mudado hace poco a Oro Verde. Ya estaban hartos: hombres celosos habían matado a sus esposas, adolescentes vírgenes se habían enfiestado con don Pedro y luego habían caído en un pozo depresivo del que no podían salir, mujeres eternamente fieles se habían convertido en las putas más vulgares, y padres habían sodomizado a sus hijas para deleite del almacenero. Decenas de familias estaban destruidas. Así que una tarde se reunieron en la plaza del barrio, frente a su local, para lincharlo. La mayoría de los hombres creían, equivocadamente, que el hechizo sólo alcanzaba a las mujeres. Mientras que las féminas, por su parte, estaban seguras que estando a unos metros de distancia no podían caer ...
    ... en su poder. Todos se equivocaban. Si las mujeres sentían cómo se desvanecía el hechizo al salir del local, sólo era porque aquel diablo así lo quería. Y por supuesto que los hombres también podían caer ante su voluntad. La muchedumbre se amontonaba en el centro de la plaza. Algunos hombres armados estaban en la línea de adelante, esperando a que salga el almacenero diabólico para acribillarlo a balazos. Estaban consumidos por la ira y la sed de venganza. Entonces don Pedro salió a su encuentro. Era ciertamente un hombre común y corriente: Algo canoso, delgado, sin ninguna cualidad que lo diferenciara de otros tantos. La multitud explotó en gritos e insultos. Pero entonces lo observaron con detenimiento. ¿De verdad aquel individuo insignificante era el causante de tanto mal? Lo que hasta hace poco era una realidad irrefutable, ahora ya resultaba poco probable en el mejor de los casos. Los que habían caído en el hechizo en primer lugar, comenzaron a reírse sarcásticamente y a burlarse del resto de sus vecinos. Los que estaban un poco más lejos estaban confundidos, pero en seguida cayeron en la cuenta de que sólo en las películas sucedían cosas como esa ¿Un forastero causando la ruina a un barrio bonaerense? ¿Cómo se les había ocurrido semejante estupidez?, la televisión les había arruinado la cabeza. Sintieron pena por aquel hombre solitario. Y luego la pena fue reemplazada por la admiración, porque había que tener mucho huevo para salir a enfrentar a una multitud enojada. ...