1. Nuestra perrita


    Fecha: 18/04/2019, Categorías: Lesbianas Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Raquel y yo somos hermanas, y por cosas de la vida vivimos juntas hace tres años. Yo tengo 40, y pese a los achaques del tiempo me conservo saludable, enérgica y vital. Mi cola y mis pechos aún guardan sus encantos, porque nunca dejé de ir al gimnasio. No tengo hijos ni sobrinos de parte de ella, pero sí de nuestro hermano mayor. No tenemos vicios, ni mascotas, ni demasiados rollos con el amor. Ella nunca tuvo un novio formal, aunque siempre se las arreglaba para coger con el tipo que quisiera. Yo en cambio tuve dos relaciones fuertes, y casi me caso cuando tenía 25. Sin embargo, lo trunco, eso que no se nos dio, o se escurrió en el tiempo, lejos estuvo de volvernos mujeres rencorosas o histéricas. Ella me lleva 5 años, y gracias a su profesión de docente se la ve algo más agotada, rezongona y arruinada. Pero sus tetas son dos motivos como para que varios casados piensen en pecar hasta lograr el pase directo al infierno. Sucede que una noche, yo llego de la casa de una amiga, y ella se había mandado tremendos fideos con tuco. Había un vino en la mesa, dos copas, queso y jamón en una tablita para picar, unas aceitunas, albondiguitas y algunas salsas. A veces le daba por esperarme con una mesa a todo trapo. Me alegré, y mientras hablábamos de mi amiga y sus dramas, brindamos esperando a que esté el tuquito. Le conté que la loca se encamó con su hijo, que ahora no sabe qué hacer para no andar como una desesperada pensando en su pija, y que está re celosa porque el pibe tiene ...
    ... novia. Me sorprendió que no la tome como a una pervertida. De hecho dijo: ¡y sí nena, yo si fuera la madre de ese pendejo, le pego una cogida, y hasta le doy el culo te juro! Me reí, pero enseguida, hablando del tema comprendí que no era solo un chiste. Mientras la ayudaba a servir los fideos me confesó que le encantan los pendejos, y que tiene la fantasía de enfiestarse con varios, y que preferiría que recién hayan terminado de jugar al fútbol. No sabía si tomarla enserio, si ya el vino hacía efecto en su mente, o si la abstinencia le estaba haciendo mal. Yo, ese día me sentía con muchas ganas de coger, pero siempre intentaba no demostrárselo ni a mi hermana. Al rato comíamos, y ella insistía con que yo le cuente mis fantasías. ¡dale Ani, contame, si ya estamos grandes, y son solo eso, fantasías! A quién te gustaría bajarle la caña, o tomarle la lechita?!, dijo vaciando su plato tras un último bocado. Le dije que muchas veces soñé con una pendeja que era nuestra empleada, y que las dos nos propasábamos con ella. Los cachetes se le enrojecieron con algo más de risa cuando le revelé que siempre me despierto cuando la supuesta piba lava los platos, yo me le pongo atrás para bajarle la bombacha, ya que la tenemos siempre en ropita interior, y que cuando me dispongo a comerle la conchita, ella entra y por poco me echa a la calle. ¡qué perversa que sos Ana… y después la degenerada soy yo… mirá, para que te quedes tranquila, te aseguro que si eso fuera real, yo también me prendería a ...
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