1. Lujuria por mi suegra


    Fecha: 19/04/2019, Categorías: Incesto Sexo con Maduras Autor: Kralik89, Fuente: CuentoRelatos

    El padre de mi esposa, Francisco, es un hombre muy adinerado de 69 años. Yo lo conocí hace ya un lustro en un foro internacional para presidentes de empresas y por razones de piel simpatizamos enseguida a pesar de ser él 35 años mayor que yo. Creo que se impresionó por ver que a mi edad tenía los cojones suficientes como para mantener mi propia compañía, y la amistad se hizo genuina y rápida. Al tiempo de frecuentarnos profesionalmente, conocí a su hija y me enamoré de ella. Francisco no opuso resistencia. Al fin de cuentas era evidente que la unión sería más que algo sentimental una virtual fusión de capitales. Un año después de mi matrimonio, su esposa falleció y un año más tarde, luego de un viaje, él anunciaba que había contraído en secreto nuevas nupcias con otra mujer, desconocida para todo su entorno familiar y 25 años menor. Recuerdo bien esos tiempos. Mi esposa era una furia de celos, y, siendo muy moralista, estaba escandalizada. Creo que por eso Francisco demoró en presentarla formalmente. Sin embargo, y gracias a nuestra amistad, me confesó que Sandra (ese era su nombre) había sido un gran consuelo en su vida. Por consejo mío, accedió a presentarla en una reunión social que brindaría en su mansión junto a nuestras amistades. Yo supuse que en público mi esposa lo soportaría mejor. Lo que no podía suponer era que el verdadero peligro era Yo mismo. Y me di cuenta en cuanto vi a Sandra por primera vez. Ella resultó ser de alta clase. Refinada, esbelta, de un rostro ...
    ... precioso que cuadraba perfecto a sus 45 años. Aunque su esbelto (¿o debo decir escultural?) cuerpo parecía de 30. Más aún cuando mi primera visión de ella fue enfundada en un vestido blanco entallado, muy escotado para poder lucir unos pechos que se adivinaban firmes y grandes, piernas de gimnasio interminables y sandalias plateadas de tacón con finísimas tiras y tacos aguja. La vi y me enamoré. A partir de ese momento supe que mis esfuerzos solo serían para follármela. En segundos la catalogué como a una perra sedienta de sexo. Placer que Francisco no podría darle por su avanzada edad y por su secreta afición a la bebida. Apenas pude dominarme al darle el beso de presentación en la mejilla. Sin pensarlo, mi mano escapó de control y se posó en su espalda baja que el vestido dejaba profundamente al desnudo y casi al límite superior de su redondo culito. Sentí que ella acusó el movimiento. Tal vez, luego de un nanosegundo de duda pensó que no era algo preocupante. Que quizás exageraba al pensar... Y simplemente me devolvió el beso al tiempo que decía a mi esposa: "Eres más linda de lo que tu padre cuenta. Te mereces este galán que tienes por esposo". Para mí eso fue un mensaje: Me había registrado y no le era indiferente. Esa noche para mí fue muy larga. Sandra me tenía poseído con su blanca sonrisa de dientes perfectos, sus ojos celestes de muñeca y su lacio pelo rubio que caía hasta casi los hombros. Sus pasos eran un desfile de bellísimas piernas. Acodado en la barra mi polla ...
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