1. Historia del chip 021 - Un jefe, dos ojos - Kim 009


    Fecha: 02/05/2019, Categorías: Grandes Relatos, Lesbianas Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... mi piel está perfecta. Subió el muslo y lo llevó entre las piernas de Mary sabiendo que le sería imposible no acariciarlo. Mary se explayó un buen rato en la textura, relamiéndose en la dulzura sedosa y aterciopelada. Mientras Kim trataba de obviar el tejido irritante del chándal. Tenía práctica. La ropa que Mary llevaba en casa siempre era así. —Así que no me has escuchado antes. ¡Nada de juegos! Sí, la piel está perfecta. Yo pensaba en dejarla más sensible y quitar ese vello que seguro que hay—indicó Mary, en el fondo incapaz de detectar nada parecido. — Pero, fui hace diez días. Si el vello está muy corto, es muy doloroso tirar de la cera— argumentó. —Tú misma— dijo Mary mientras su mano recorría el muslo. Kim no creía que valiese la pena. —A Roger le encanta mi piel.Nunca se ha quejado. Le vuelve loco acariciarme. Sin dejar de inspeccionar el muslo, Mary le dijo al oído: “¿Crees que apreciará que te hayas tomado la molestia?” Kim se rindió. —Está bien. Puede que llegue a estimarlo. Llamaré para ver si tienen un hueco. Mary se adelantó de nuevo. —Ve directamente. Eres cliente habitual. Otra cosa, depílate una vez con cera algo fría, luego te haces un peeling, que te froten bien y por último otra depilación con cera más caliente. Kim consideró que eso era como pedir que la despellejasen viva. Sin embargo, se veía incapaz de decir de incumplir las órdenes de Mary. Empezó a vestirse. Se puso las bragas. —No lleves ropa interior. Debes prepararte mentalmente para estar con ...
    ... él. Excitada y dispuesta. Kim se quitó las bragas, mientras tanto Mary busco una prenda en el armario. Sacó un vestido blanco y rebuscó hasta encontrar unos zapatos. Kim pensó que se helaría de frío. Era de algodón, veraniego. Los tacones eran los más altos que tenía y no casaban para nada siendo negros. Se había ido acostumbrado a llevar zapatos más altos y sin embargo Mary nunca estaba satisfecha y eso que prácticamente podía bailar en ellos. —No pegan, Mary—recalcó Kim, aunque no pensaba que fuera a ganar ninguna discusión. —Tranquila, llévate también una gabardina. A la vuelta hará frío. Y le ofreció la que estaba colgada de la puerta de la entrada. Una gris oscuro, corta, con un cinturón para ajustarla. No tenía botones. Kim se encogió de hombros. Mary le colocó el vestido desde arriba mientras Kim subía los brazos, en una especie de ritual que ya tenían establecido de manera similar al establecido con Roger. Kim se sentó en la cama para ponerse los tacones, de unos diez centímetros. Notó las pantorrillas contraerse. Al instante se excitó. El vestido blanco no ocultaría demasiadas manchas. Tenía muchas horas de estar con zapatos estratosféricos y de los mocasines curvos en la cama así que no le preocupaba demasiado la altura, pero sí las reacciones de su cuerpo. Admiró la difusa y cruel sabiduría de su hermana a la hora de manipularla. —Tienes razón, Mary. Cuanto más preparada, mejor. Gracias— dijo Kim mientras se levantaba y terminaba comprobarse el pelo. —Eres la mejor ...
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