1. La tía rezongona


    Fecha: 07/05/2019, Categorías: Incesto Erotismo y Amor Autor: Fernán, Fuente: CuentoRelatos

    ... no hay reclamos solo gemidos, su labios besan mi cuello, respondo besando sus senos, suspiros y rezongos, no hay reclamos, con mis manos acaricio sus senos pellizcando sus pezones, me mira y me dice sin inmutarse— continuamos bailando. Bajamos al jardín a bailar y ahí la nula luz nos beneficiaba o al menos a mí, porque ella tropieza casi se cae y la afirmo apoyándome en un árbol para no caer sofocando su cuerpo en un apretón contra este árbol ella solo gime y suspira, no me muevo del árbol en el que estamos apoyados estrujándola más contra el árbol, solo gime, resopla, suspira. En la penumbra veo que me mira y entrecierra sus ojos —si me sigues apretando no respondo de mí, llevo años abandonada de las caricias de macho y tú me has estado incitando sobándome mi cuerpo, o me dejas tranquila o pierdes. No le hago caso y la apreso apretando sus senos que eran grandes, duros, baje por su cuerpo subiendo su falda bajo su calzón cayendo al suelo y beso su vagina enterrándole mi lengua en ella, como vibro mi tía al sentir que su clítoris era lamido, tomo mi cabeza entre sus manos y me la aprieta contra su vagina, gemía y sollozaba ardiente abriendo lo más ...
    ... que podía sus piernas, diciéndome “hazme tuya o déjame tranquila”. Bajé mis pantalones y saque mi pene, ella lo acaricia entre sus manos y lo guía hacia su vagina, al ingresar este en su apretada vagina la tía se aflige y gime cuando este pene la penetra, su cadera adquiere fuerza propia y se movía desesperadamente con mi pene dentro de ella, gemía, sollozaba, siseaba y por último me abraza y me entrega sus fluidos vaginales entre clamores de pasión, yo desesperado entraba y salía de su vagina buscándola llenar de semen esas entrañas. Después de un largo rato lo logro inundando su matriz con mi semen mientras ella se abraza a mi cuerpo arañando mi espalda estábamos en pleno apareamiento y ella feliz de recibir mi leche en su interior. Me abrazaba y decía —me llenaste de tu leche, corazón. Nos separamos, la bese y me correspondió, la nalgueé un par de veces y ella pego suspiros con cada impacto, se vistió y la seguí. Cuando regresamos a la fiesta en el salón, tomamos unos tragos más y tomando ella sus cosas, regresamos a casa, ella se quedaba en mi cama y yo en un sofá de mi mismo cuarto, pero desde esa noche dormimos juntos en mi cama, hasta su partida. 
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