1. Teresa y el joven inexperto


    Fecha: 31/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: DogSatan666, Fuente: xHamster

    ... momento llegó más allá, ella no abría la boca, eran besos de labio sobre labio. Pasados unos minutos me tumbo de espaldas y me dijo que ahora le tocaba a ella. Que mi primera corrida había sido más de ansia que de gozo. Y así fue. Se puso de rodillas y se tragó mi pijita hasta los huevos. Yo dí un respingo que por poco me caigo de la cama. Qué gusto más grande, Dios. Empezó a chuparme desde la punta de la polla hasta la raja del culo. (Y decía que no había sido nunca una fiera en la cama). Tras unos minutos en esta postura se incorporó sobre mí y como una pelota de tenis entra en una canasta de baloncesto, así entró mi polla en su coño. Estaba totalmente mojada. Yo pensaba que aquella pequeña polla era poca cosa para tanta mujer. Pero la miraba, y en cada vaiven de entrada y salida, su cara se estremecía de placer. Estaba gozando tanto como yo. Se levantaba y se echaba sobre mí. Cada vez que se echaba y notaba sus tetas sobre mi pecho el placer se multiplicaba. No quería que aquello se acabara nunca. Me volví a correr otra vez, pero esta vez dentro de ella. Aquello ya fue el placer más grande sentido en mi corta vida. Ella también me dijo que había ...
    ... tenido un par de orgasmos durante la penetración. Yo estaba de nuevo como una estaca. Mi polla con un brillo especial pedía más guerra. Teresa se echó de espaldas sobre la cama y me dijo que fuera yo quién ahora mandara la situación. Se abrió de piernas y pude observar su raja abierta todavía goteando de mi ultima corrida. Me abrazó y con una mano dirigió mi polla hacia su coño y lo puso en la entrada. Me dijo que empujara y así hice. De nuevo entró hasta el fondo sin ningún problema. Ahora era yo el que empujaba hacia fuera y hacia dentro. Ella agarrando mis caderas en ocasiones, y otras apretandome el culo me guiaba. Estaba en el paraíso. Me acuerdo y pienso en lo poco que hablamos esa tarde. Todo lo que me estaba enseñando era sin articular palabra. Ya comprendo porque me dijo que ibamos a hablar un rato. Seguía empujando y cada vez yo me encontraba más cómodo. No necesitaba de su ayuda para marcar un ritmo. En esta ocasión nos corrimos los dos a la vez. Después de estar un ratito abrazados me besó. Pero esta vez me metió la lengua hasta la garganta. Yo correspondí y así estuvimos otro rato.Era ya muy tarde. Aunque a mí se me había pasado la tarde volando. 
«1...3456»