1. Helena y el último día en Brasil


    Fecha: 01/11/2017, Categorías: Anal Sexo con Maduras Lesbianas Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster

    ... salió corriendo detrás de su esposa, todavía a los tumbos mientras intentaba levantarse los pantalones.Helena comenzó a reírse a carcajadas. Le pregunté cómo lo había convencido para dejarse hacer eso y me dijo que él le había pedido la cola a ella directamente.“Le dije que si quería romperme el culo, yo antes iba a probar darle por el suyo, para que supiera lo que pretendía de mí”.Y así fue, aunque me dijo que yo me había adelantado demasiado y ahora su dulce conchita estaba mojada pero muy cerrada, sin que nada ni nadie le calmara la excitación. Respondí que la conferencia estaba más aburrida que nunca en este último tramo y seguramente nadie notaría nuestra ausencia. Así que subimos directamente a la habitación.Hicimos un suave sesenta y nueve luego de darnos una refrescante ducha y pasamos parte de la tarde acariciándonos, lamiéndonos y penetrándonos mutuamente con nuestros juguetes.Después de cenar en el hotel debíamos presentarnos en el aeropuerto para el vuelo de regreso a casa, pero antes fuimos a despedirnos de ...
    ... nuestra perrita amiga Ingrid, para intercambiar direcciones y decirle que la esperaríamos cuando pasara por Buenos Aires. Nos recibió con esa cara de nena mala, preguntándonos si teníamos algo que ver con el escándalo de los baños que había alterado el orden del hotel durante la mañana. Por supuesto dijimos que no estábamos enteradas de nada en absoluto. Nos encerramos las tres en una oficina privada y allí nos besó a ambas con una calentura increíble, diciendo que nunca nos iba a olvidar. Helena le arrancó la pollera y se agachó a disfrutar de esa hermosa conchita, mientras yo la abracé y me dedique a lamer sus labios de fuego. En pocos segundos llegó al orgasmo y entonces nos despedimos definitivamente.Apenas nos sentamos en el fondo del avión, Helena me codeó indicándome que mirara hacia adelante. Una sensual auxiliar de vuelo de rasgos asiáticos balanceaba sus caderas por el pasillo rumbo a nosotras. Mi amiga me guiñó un ojo y yo traté de relajarme, pensando que todavía teníamos tres horas hasta aterrizar en Ezeiza… 
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