1. Un pepino, mi padrastro y mi culo


    Fecha: 06/09/2017, Categorías: Gays Incesto Autor: Elegos, Fuente: CuentoRelatos

    ... era. Cuando abrí los ojos allí estaba mi padrastro viéndome. No dijo nada, se quedó allí mirándome como un pasmarote. Yo estaba tan caliente y el pepino apretaba tanto que me corrí como un salvaje. Me bajé de la encimera y pasé por su lado como si tal cosa. Pero el cabrón me la jugó bien. Ese día él preparó la comida porque mi madre se había entretenido en el trabajo. Preparó una rica ensalada de pasta fría. La verdad es que cocinaba bastante bien. Cuando estábamos terminando mi madre alabó la ocurrencia y le dijo que le había salido muy bien. Él dijo que todo el mérito no había sido suyo, que yo le había ayudado limpiando las verduras. Mi madre puso los ojos como platos y me dio dos grandes besos antes de que yo pudiese reaccionar. La verdad es que estaba en shock, el cabrón había puesto en la ensalada a mi pepino amante. No daba crédito a lo que estaba sucediendo, no entendía nada. Yo me esperaba la mega charla, una bronca, un castigo o la indiferencia de siempre… pero esto era raro. Al día siguiente mi madre se fue de viaje, por trabajo y nos dejó a los dos solos. Era jueves e iba a estar fuera todo el finde. El sábado mi padrastro estaba en la piscina tomando el sol, tostando su cuerpo. He de reconocer que no tiene mal cuerpo para tener unos 50 o así, no sé ni los que tiene. Me acerqué a él y le pregunté por lo del pepino, no lo entendía. —¿Y qué querías que hiciera? ¿Te hubiese gustado más que se lo hubiese dicho a tu madre? — No sé —respondí con voz entrecortada. —Si ...
    ... se lo hubiese dicho a tu madre se habría ido cabreada y preocupada de viaje. Además, deberías haber visto la cara que pusiste al enterarte. Eso compensa el espectáculo. —Pero tú también comiste. —Lo lavé a conciencia no te creas. E incluso al principio me dio un poco de aversión, pero creo que te merecías un escarmiento. —Psicópata. —Mira Robert, tienes problemas y van a ir a más, yo solo puedo protegerte de las broncas de tu madre. Y sabes que nunca te reprocho nada, nunca le digo a tu madre que te castigue más o que eres una decepción. Ni utilizo la charla de yo con tus años… o mi padre con tus años me hubiese dado tantos o cuantos tortazos… Pero no sé qué más hacer contigo o qué es lo que quieres. Empecé a llorar y salí corriendo a mi habitación. Me tumbé en la cama y seguí llorando. Al rato llegó él, se sentó en mi cama y me puso las manos en los hombros. —Venga hombre, no pasa nada —me dijo. Me senté en la cama y me abracé a él. Fue un abrazo cálido y lleno de amor incondicional. No recordaba el tiempo que hacía que nadie me abrazaba así o si alguien lo había hecho alguna vez. Entre lágrimas empecé a besarle el cuello y a darle las gracias, sin saber por qué se las daba. Y fue automático se me puso tan dura que hasta me dolía, empecé a gemir mientras le besaba más fuerte y le mordisqueaba la oreja. Él intentó zafarse de mi abrazo de forma suave, pero le pedí por favor que no y me corrí en los calzoncillos. Me quedé paralizado, no sabía bien lo que había sucedido y me ...