1. La iniciación anal de Camila


    Fecha: 03/11/2017, Categorías: Confesiones Sexo con Maduras Autor: claudiob, Fuente: CuentoRelatos

    ... caricias en la parte externa del ano, mientras que con la izquierda estimulaba su clítoris, no buscando que se lubricase naturalmente sino que la excitación se mantuviese. Luego de realizar este trabajo durante unos minutos comencé a introducir mi dedo índice en su culo y a poco tiempo lo cambié primero por el pulgar y luego por el mayor. Cuando después de unos 10 minutos, y teniendo ya tres dedos en su culo, la sentí vibrar. Esto me convenció que estaba bien dilatada, y ya que sabía que su culo estaba bien limpio, la hice parar y con delicadeza le seque el culo, para luego, cargarla entre mis brazos y llevarla nuevamente a la cama. Con toda delicadeza la acosté y le coloqué una almohada bajo sus caderas, de forma tal que su culo me apuntase y procedí a lamer su ano. Esta vez, ¡Sí! mi lengua entró todo lo que pudo en esa oscura cueva, esta vez sí quería lubricarla bien. No quería que le doliese, quería que gozase desde un primer momento de mi verga en su recto, de allí que solo busque que se relaje totalmente, no solo deseaba que su ano se dilatase, quería que su primera vez fuese placentera para que luego ella me insistiese a que se la metiese por el orto, quería que su culo sea tan goloso como lo era el de su madre. Cuando consideré que ya estaba bien de estimulación manual, tomé el frasco de aceite de almendras, que para eso tenemos con Marcela sobre la mesa de luz, y dándola vuelta me coloqué, nuevamente, entre sus piernas, vertí un poco sobre mi glande, para luego ...
    ... restregar este contra su ano, a la vez que dejaba caer otras gotas sobre él. Su cuerpo se estremecía como una hoja al viento, ninguna palabra emanaba de sus labios, yo le decía las palabras más bellas que se me ocurrían y en un dado momento sentí como mi pija se fue deslizando al interior de su recto. No forcé la entrada, lo hice lo más lento que pude, utilicé tal vez mas aceite de almendras que la necesaria, pero no quería que le doliese, quería que fuese totalmente placentero, quería que disfrutase tanto la previa como el momento del orgasmo y por ello cada tantos centímetro que se la metía me detenía unos momentos y me inclinaba sobre su espalda y besaba sus orejas. Cuando estuvo toda dentro comencé a mover mis caderas haciendo círculos hasta que ella comenzó a mover su pelvis de adelante hacia atrás y viceversa, entonces le dije que cambiásemos de movimientos, que ella hiciese los que yo estaba haciendo y yo los que hacía ella. Cuando los comenzamos a hacer, conforme se aceleraban sus movimientos circulares, más rápido y más largo era mi saca y pon, de tal suerte que en algunas oportunidades llegué a sacársela toda. Finalmente oí los gritos que salían de su garganta anunciando su orgasmo y no pudiéndome contenerme me vacié, llenando sus entrañas de mi rico y caliente néctar, como su madre y luego ella llamaban a mi semen. Caí sobre su espalda y sentí como lloraba, por lo cual me puse a su lado y le pregunté a que se debía su llanto, a lo que me contestó “Es de felicidad. Perdí ...