1. La relación con mi vecina


    Fecha: 03/11/2017, Categorías: Masturbación Hetero Autor: fran menon, Fuente: CuentoRelatos

    Que el aburrimiento da mucho de sí para quienes encuentran en la vida ideas sobre explicaciones es cierto, y que aquello de que la ociosidad es la madre de todos los vicios es algo que un cura ideó en un convento podría ser más cierto. Me aburría como un cuentamoscas una tarde de agosto, en realidad todo agosto del año pasado lo recuerdo así de no ser por mi redentora vecina. Una joven de aspecto defraudado ocupó el apartamento 3 bis que quedaba por encima de mis narices, nos cruzamos un día por el antiguo ascensor mientras portaba algunas cajas con algunos amigos servidores de los que toda mujer hermosa posee en su colección como quien posee sherpas en Nepal y tiene los medios para pagarlos. Tendría veintitantos, no más de veinticinco, y yo bien entrado en los treinta aun recordaba que aunque pocas algunas de aquellas tetas marcadas en camisetas que vendían cosas existían, ¡que mejor publicidad! ''Mac Donalds, Mac Menu Big Mac 3 x1'' Decididamente la comida basura de Mac Donalds me interesó por primera vez anunciada tras dos erguidos pezones. Ese fue nuestro primer encuentro, yo vociferaba enfadado porque alguien había dejado la puerta del ascensor demasiado tiempo abierta y el dialogo más o menos creo recordar que fue así: (Yo gritando por el hueco del ascensor a las dos del mediodía) -¡Quieren cerrar la puerta de una puta vez!, ¡Cojones que aquí también vivimos otros! Ni ella ni sus imberbes amigos replicaron, apenas pude oír un murmullo de algún mascachicles de estos ...
    ... que decía ''Pasa tía, será el amargado de turno'', y a ella responder entre risas ''Pues que bien, vaya bienvenida verdad?''. La puerta del ascensor se abrió al rato y apareció mi vecina con su camiseta, diosa, dueña y señora de la situación o al menos eso pensaba ella acostumbradísima en la vida a lograr reverencias tras esas dos tetas. Una sonrisa para comérsela allí mismo y dos idiotas cargados de cajas era la estampa de mi espera. Pensé ''Si te crees que soy el vecinito tipo que por tus ricas tetas soportará todo lo soportable del vecino de arriba vas lista'' y le obsequié con un mueca de estas que más que expresiones son un enorme grafiti que dice ''IDIOTA''. En las semanas que siguieron septiembre ocupó el calendario pero aún vivía entre nosotros agosto con su insoportable calor, y la relación con mi vecina era más que defectuosa, apenas nos dirigíamos la palabra las raras veces que nos cruzábamos en el pasillo y día tras día sospechaba del error de mis reflexiones y ocurrencias para con los nuevos vecinos. Mi vecina había aprendido fielmente mi repertorio de muecas y me devolvía otras de su propia cosecha del estilo ''barre un desierto'', ''que alegría de día, apareció el tranvía'', etc., etc., etc. ''Adiós al intento de comerme un buen par de tetas'' era lo único que podía pensar con aquella cara. Los días que siguieron mi error se convirtió en una reflexión constante para terminar convertido en una obsesión, especialmente cuando algunas noches la ligera brisa abría el ...
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