1. Violación grupal en la parada de colectivo


    Fecha: 06/07/2019, Categorías: No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... para acceder al pedazo de carne que más le apetecen. Siente un mordisco en el culo, un beso en el cuello, y una mano callosa haciendo a un lado los labios vaginales para introducir luego el dedo rasposo. El pezón, traicionero se endurece por los masajes y las mamas se hinchan. Alguien la abraza y le arrima el pene. No piensa abrir los ojos, no quiere recordar esas imágenes, con los recuerdos del tacto ya tendría suficientes pesadillas. La penetran con violencia, introducen la pija en su totalidad de una sola embestida. Grita de dolor, y los ecos de su propio grito parecen la imitación de los gritos de la mujer que no dejaba de ser empalada en la otra habitación. Se la meten una y otra vez, cada vez con más fuerza, Tamara transpira copiosamente, siente el vestido empapado pegado a su cuerpo. El tipo sigue embistiendo mientras otro la agarra de atrás y le estruja las tetas. Ya no tiene noción del tiempo, no sabe si recién habían empezado a cogerla o si ya se la habían metido doscientas veces. El tipo eyacula sobre su clítoris salpicando su semen en los muslos y en el vello púbico. Una nueva sucesión de manoseos y mordidas se extendieron por unos minutos, hasta que de alguna forma alguien la puso en cuatro. Uno de los violadores apoyaba la mano en el culo y con la otra ayudaba a su miembro a apuntar en la dirección correcta. Entonces otra vez fue penetrada sin preámbulos, de una sola vez. Tamara se sacude, y cuando grita por la violenta penetración se encuentra con un tronco ...
    ... duro que se abre paso dentro de su boca. Le hubiese gustado morderlo, le encantaría hacerlo sufrir, pero no se anima, abre la boca lo más que puede, y mientras el que está a su espalda la embiste con penetraciones cortas y rápidas, petea lo mejor que puede al que tiene adelante. De repente nota que el tipo había parado de cogerla y que al que estaba mamando retiraba su sexo de su boca. Un fuerte sonido retumba en la noche. Es un disparo, piensa Tamara. Siente que su corazón para, no puede reprimir las ganas de orinar, y sólo se da cuenta de esto cuando siente el líquido caliente chorrear entre las piernas. Sin embargo los tres violadores están tan alterados como ella. Se amontonan detrás de la puerta para mirar a través de la mirilla. Entonces un nuevo disparo corta el silencio, y el que miraba hacia afuera cae desplomado con un agujero rojo en lugar de ojo. Los otros dos retroceden y corren por toda la habitación como ratas tratando de encontrar un hueco donde meterse. La puerta se abre y entra una mujer desnuda con la pistola en la mano. Tamara se concentra en el arma, es la misma que vio cuando la metieron al local por la fuerza. Luego ve a la mujer: Se trata de aquella que estaba con el gordo en la otra habitación, la misma cuyos gritos la atrajeron hacía ese lugar de espanto. La mujer dijo algo inentendible y apretó el gatillo varias veces, hasta vaciar la pistola. Vio a Tamara, que estaba en un rincón empapada de semen, orina, sudor y lágrimas. Tamara tardó en salir de su ...
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