1. PRIMERAS LECCIONES DE SEXO EN LA VIDA


    Fecha: 07/07/2019, Categorías: Jóvenes Autor: zenete, Fuente: RelatosEróticos

    ... que me hizo humedecer. Cinco minutos después nuestras bocas seguían unidas mientras mi lengua buscaba la suya y viceversa. Sus manos apretaban mi cuerpo al suyo y mis brazos buscaban su cuello, al cual me agarraba para no caerme. Salimos de la pista y nos sentamos tras unos butacones algo apartados del centro del bar. Su boca buscó de nuevo la mía y esta vez no hubo risas. Un par de horas después, y volviendo en el coche hasta nuestro pueblo, hablábamos de lo sucedido. Yo iba chorreando y él me contaba lo mucho que deseaba seguir besándome, que se había fijado en mí nada más verme llegar, que le ponía muchísimo y que le parecía guapísima. Yo le escuchaba embobada mientras sentía palpitar mi entrepierna. Recordé entonces aquellas calenturas de meses atrás y el origen por el que, según mi amigable afinidad, sentía tanto calor en mi estrujado coñito. Nunca me había fijado en la anatomía masculina, pero me pareció apreciar que al llegar al pueblo, tras bajarse del coche, su pantalón mostraba una prominente erección, visible al pasar junto a mí. Subiendo de camino a casa me dijo si podíamos seguir con ese ratito de intimidad una vez arriba. Iba a decir que no, que por esa noche ya había bastante, pero hablaron mis labios de abajo y salió un “claro, me encantaría…”. Tenía mucho miedo. Era la primera vez que estaba con un chico en serio, no dispuesta a todo, pero sí con ganas de frotarme con él y que me comiera algo más que la boca. Pero aterrada ante lo novedoso de la situación. ...
    ... Claro que había hablado con mis amigas de lo que se hace, cómo debes acariciar, qué te hará el chico…pero aquello era diferente. Muy diferente. Entramos en la casa y ya iba dejando el bolso por ahí de cualquier manera cuando oímos ruido en la cocina. Nuestros padres y parte de la familia estaban en casa y no fuera, como era costumbre durante las vacaciones salir a cenar y llegar tarde. Nuestro gozo en un pozo. El calentón era importante y así me lo hizo saber con su mirada. Yo, por mi parte, ahogué mis gemidos con la almohada durante un par de horas con una mano en el clítoris y dos dedos entrando y saliendo de mi encharcado coño. No podía detenerme. Sobre las tres de la madrugada salí hacia el baño. No podía quedarme dormida de ese modo, con las manos oliendo a feromonas y mi entrepierna chorreando hasta las nalgas. Cuando llegué al aseo vi que la luz estaba encendida. No sabía quién estaba dentro y me metí en un cuarto de al lado, me senté sobre la cama y esperé a que éste quedara libre. Nadie me vería mientras esperaba. Y sonó el pestillo, se abrió la puerta y salió Bruno, cubierto tan solo con un slip y se dirigió hacia su cuarto. Reconozco que me quedé cinco minutos repasando lo que acababa de ver. Su cuerpo prácticamente desnudo se paseó ante mí, pero mis ojos no podían dejar de mirar el paquete que a contraluz se mostraba ante mí. Nunca había tenido una polla en mis manos, pero aquella debía ser grande. Al día siguiente, ya con los ánimos (y mis bajos) más calmados, ...
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