1. El cliente siempre tiene razón


    Fecha: 14/07/2019, Categorías: Sexo con Maduras Infidelidad Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... asignatura pendiente: sexo anal. Otro día, otra vendedora para “bajarle la caña” (seducirla para tener sexo), es en lo único que pienso cuando la mujer llena mis requisitos. Si de primera no funciona la seducción, se la complico un poco para ir “ablandándola”. Esta vez fue el caso de Diana, que no era la cazadora de la mitología, esta se dejó cazar con bastante facilidad. En la tercera visita, acordamos quedamos en que la pasaría a buscar a la salida de su trabajo. En esta ocasión ya teníamos todo planificado. Fuimos directo a su departamento, el marido estaba de viaje por una semana, por cuanto estaba necesitada de suplir la falta de carne en barra. Entramos, me pide que prepare unos tragos, tomo del mío. En el vano de la puerta se aparece con una breve lencería, celeste, transparente. Estaba para el infarto, la brevedad de las prendas daban realce a su cuerpo exuberante, carnes firme y redondeces desafiantes. Los pezones, erectos emergen a través de la delgada tela, en el nacimiento de los muslos destacaba la mancha oscura del vello púbico. De la hermosa anatomía, detenida en el trasluz de la puerta, se destacan el busto erguido, vientre plano, cintura estrecha y caderas generosas. Suelto el cabello, boca insinuante, ojos brillantes y un exquisito aroma que emana de su cuerpo, expresaban la carga de erotismo y lujuria: El "glamour" hecho mujer. Toda una revelación, no se podía creer que toda esta sensualidad estaba oculta en la vestimenta formal. Estaba tirando la ...
    ... chancleta, soltando las amarras de la rutina marital. Esta esposa insatisfecha quería fiesta y se la voy a dar. - Qué linda sorpresa. - Me alegro que te guste, lo compré para esta ocasión. Y agregó en tono íntimo: - Todo es para vos. El abrazo contenedor y los besos profundos que le prodigué con generosidad agradecían el despliegue sensual y voluptuoso. Las manos la recorrían debajo de la escueta tela, a la par que nos ahogábamos en besos, las manos pugnaban por adentrarse entre las nalgas paraditas y firmes. Abrazados caímos, rodamos sobre el lecho que nos aguardaba para dar marco a nuestra pasión en carne viva. Desaparecí la única prenda de ella y las mías en montón, al costado de la cama. Empezamos a “reconocernos”, con las manos, la boca y la lengua. Toda pasión y premura por llegar a las intimidades, los besos más obscenos y lamidas, no dejaron zona erógena por descubrir. Ella llegó primero a mi sexo, se lo engulló de un bocado, ansiosa, se lo metía todo en la boca hecha fuego y pasión, chupaba a más no poder. Tanta dedicación me llevaba al límite, próximo a la eyaculación, la separé para demorarme mientras le aplicaba su propia medicina, lamiendo su sexo jugoso. Le di una chupada en la “argolla” para no olvidar. Ensañarme con el clítoris fue catapultarla a la estratósfera, un estado que superó sus expectativas, un final a toda orquesta, gemidos en todos los tonos y matices. Quedó desarmada, los ojos cerrados, el sentido conmocionado por la emoción, demoró un buen tiempo en ...