1. Una gran... película


    Fecha: 07/11/2017, Categorías: Sexo Oral Autor: Cassidy, Fuente: CuentoRelatos

    ... raja abriendo los labios, y sentir entrar y salir varios y diferentes dedos a la vez, hace rato que me han hecho correrme al menos un par de veces, orgasmos tan potentes, que al seguir apretándome con todos los dedos, casi boto en el asiento. Saboreo tu semen y me encanta, te estiras hacia atrás y empieza a salir a chorretones esa leche, densa, caliente y dulzona, pronto consigo por tu debilidad ante una corrida tan intensa, metérmela de nuevo en la boca, y cuanto más aprieto y succiono, parece que aun sale más... Cuanto más trago según me entra, me quema la garganta pero quiero más, no temo hacerte daño en ese bate, esa barra de carne que aprieto mirándote casi sádica y aun hambrienta. Me sueltas el pelo. Te abrochas la cremallera aun teniéndola tan tiesa que te cuesta guardarla de nuevo. Te levantas y te marchas sin dejar de mirarme con lentitud. Me quedo allí, sola de nuevo hasta que veo tu cartera en la butaca de al lado. Con la boca llena de semen, que trago lentamente para disfrutarlo y como buenamente puedo, me repongo y dejo en su sitio las bragas empapadas de mis flujos. Saco un pañuelo de papel de mi bolso y me limpio la cara, pero mis dedos encharcados de los jugos de mi chochito, van ...
    ... directamente a mi boca, para mezclarse con tu sabor y el mío. Me encanta el olor de tu semen. Estoy tan caliente aun... Estoy tan excitada que no puedo contenerme y me masturbo de nuevo allí en la sala a oscuras. Trago despacio, muy despacio cada gota de tu esencia lechosa mientras mis dedos índice y anular mantienen mis jugosos labios separados, para que con el dedo corazón pueda azotarme el clítoris a placer. Me relamo por toda la comisura de los labios y aspiro con fuerza ese olor a hombre que más dejado clavado en mí, con tanta intensidad como dos de mis dedos de la otra mano los clavo en mi interior, curvándolos para alcanzar mi punto G. Me abandono a un orgasmo increíble. Me quedo inmóvil. Me abrocho la camisa. Me peino. La película acaba. Las luces se encienden y yo, deshecha por dentro y por fuera, recojo tu cartera que aun dudo si la has olvidado... O se trata de algo más. Tiro el pañuelo a la papelera antes de salir de la sala y pienso que te la devolveré muy pronto, guardándola en la cartera sin mirar, aun, su contenido, alargando por lo menos hasta llegar a casa la loca intriga del rostro que deberé ponerte, pues hasta entonces habían sido otras partes de tu anatomía las que había mirado... 
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