1. Entre la playa y la luna


    Fecha: 17/07/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    LA PLAYA INOLVIDABLE Ulises, Juan y yo habíamos salido de campamento el fin de semana en la playa. Temprano por la mañana armamos nuestras dos casas de campaña, la grande para Ulises y para mí, donde también almacenaríamos la comida, y la más pequeña para Juan. Luego disfrutamos el oleaje del mar y jugamos un rato. En un mar de tonalidades esmeraldas las olas iban y venían, en un rítmico vaivén, acariciándonos el cuerpo. Eramos jóvenes en plenitud, entre 18 y 19 años, ávidos de aventura y experiencias. Estábamos seguros de que la vida nos deparaba cosas gratas. Recuerdo que ese día en la playa llevaba un short corto, Juan un bermudas, y Ulises un bañador azul brillante que le quedaba muy bien. Sus pectorales, los músculos abdominales y las piernas gruesas destacaban con la prenda que apenas cubría sus partes pudendas. Estaba orgulloso de su cuerpo, y le gustaba mostrarlo a quien se quedara absorto en la playa viendo su escultural figura, semejante a un dios griego. Su pelo crespo le daba un aspecto leonado al óvalo perfecto del rostro. Sus labios, ni finos ni gruesos, la nariz recta, los ojos color miel, resultaban el imán perfecto de las miradas y los más íntimos deseos. Después de comer, por la tarde descansamos un poco y conseguimos madera para prender una fogata. Estábamos en un extremo de una bahía hermosa, casi desierta, a dos kilómetros de un pequeño poblado de pescadores. A nuestras espaldas cientos de palmeras se movían cadenciosamente con el viento que las sacudía. ...
    ... Una música increíble excitaba nuestros sentidos, sazonada con gritos de pájaros y lejanas voces de pescadores. La tarde pardeaba cuando Ulises propuso una nueva zambullida en la fresca corriente marina. Pero entonces, agregó un nuevo e interesante juego: se trataba de lanzarse al agua completamente desnudos. No hay nadie que nos vea, dijo, la gente ya se fue, y el pueblo está muy lejos. Juan y yo nos sorprendimos pero terminamos aceptando. Fuera ropa. Nos quitamos todo y nos miramos, un poco cohibidos. Ulises era el que tenía mejor cuerpo, con ese tórax musculoso, unos pectorales y abdominales bien definidos, los muslos gruesos y las pantorrillas bien torneadas. Era alto y de piel algo morena, con un tono claro. Juan y yo no estábamos nada mal, aunque Juan era atlético también, pero un poco más bajo y su piel más clara, su cabellera era casi rubia, y yo, pues más o menos del mismo tono que Ulises. También había diferencias en el centro de nuestros cuerpos. Ulises se cargaba un paquete tamaño superior, que en estado de reposo tendría unos 10 centímetros de largo y unos tres de grosor, y que armonizaba con el color de su piel. Una mancha de vello oscuro bordeaba la base de su sexo. Luego estaba Juan, con un pene de proporciones un poco más pequeñas y una curiosa mata de vellos casi rubios, y finalmente yo, el más chico de los tres en estatura. Al estar desnudos el agua era una sensación completamente diferente, una caricia total. Las olas llegaban y nos golpeaban el pene si nos ...
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