1. La cacería


    Fecha: 23/07/2019, Categorías: BDSM Autor: mursiya, Fuente: CuentoRelatos

    ... una pequeña cintura que hace que sus caderas se acentúen aún más. De firmes y fuertes piernas contorneadas a base de horas de ejercicio pero sin marcar músculo. De carácter más templado que Jezabel quizás por eso nunca me ha atraído a pesar de ser una autentica monada, ya que la he visto siempre una mujer muy sencilla, tierna y cariñosa incapaz de hacerle daño a una mosca y, como he dicho, me gustan las mujeres de personalidad fuerte. -Buenos días señoritas. -Hola Luis, echa el macuto que llevas al maletero y siéntate en el asiento de atrás, ponte cómodo. Salimos de la ciudad por la carretera que conduce al campo. Jezabel conducía y Rebeca le indicaba el camino a seguir. Mientras ellas cuchicheaban en voz baja de sus cosas yo me entretenía viendo el paisaje. Me excitaba ver a esas dos mujeres en la parte de adelante conduciendo y yo atrás. Ambas vestían ropa informal, pantalones vaqueros, camisas y calzado deportivo. Tras una hora de camino por fin llegamos a la finca de Rebeca. Una gran puerta de hierro marcaba la entrada a la finca y una pared de piedra de unos tres metros de altura coronada con alambre de espino cercaban toda la propiedad. Rebeca bajo del coche con las llaves para abrir la puerta. Una vez más pude ver la escultural silueta de Rebeca, enfundada en esos pantalones vaqueros ceñidísimos y con la camisa, también entallada, con los botones de arriba abiertos dibujando el perfil de sus pechos. Al agacharse para abrir el candado, dándole la espalda al coche, ...
    ... sus pantalones luchaban por no romperse a la altura del culo de lo apretada que iba ese día. "vaya con Rebeca, como va vestida hoy con lo modosita que es..." pensé yo. Una vez quitado el candado volvió a subir al coche echándome una mirada entre picara, burlona y una pizca de desprecio. Seguimos por un caminito de tierra de unos cinco kilómetros hasta llegar a un caserón al final del camino. Durante todo el viaje Jezabel y Rebeca habían ido hablando de sus cosas, unas veces en tono normal y otras en voz baja. Yo no me había percatado pero lo cierto es que durante todo el trayecto me habían ignorado, como si no existiese y además el saludo de por la mañana había sido frio pero no le di mayor importancia. -Por fin llagamos.- dijo Rebeca – ya tenía ganas. -Luis, saca lo del maletero y una bolsa con el almuerzo que va también por el maletero- ordeno Jezabel. Sin dilación hice lo que me mando Jezabel. Ni que decir tiene como me gustaba recibir órdenes de ella aunque fueran cosas tan insignificantes como estas. Con las bolsas me dirigí al caserón. Ya Rebeca había abierto la gran puerta de acceso a la vivienda y ellas dos estaban dentro abriendo los ventanales de madera. Ya dentro del caserón el salón estaba decorado a la antigua. Parecía de principios de siglo a juzgar por el mobiliario. Trofeos de caza decoraban las paredes y antiguas escopetas de cazas estaban expuestas encima de la gran chimenea. Jezabel desapareció por una puerta lateral que conducía a la cocina a preparar el ...
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