1. Grata y negra sorpresa


    Fecha: 03/08/2019, Categorías: Sexo Interracial Autor: zenete, Fuente: RelatosEróticos

    No sé por dónde comenzar, la verdad. Digamos que la vida me prestó una de esas casualidades que nunca hubiera imaginado, pero que pensándolo ahora, me apetece recordar, y muy gratamente por cierto. No os diré mi nombre, pero sí os diré que soy una mujer de 44 años, morena, guapa (eso me piropean mi marido y amigos), de media melena, ojos oscuros, buenas caderas con un culito bastante respingón y un pecho generoso talla 100. Me gusta hacer deporte, algo que sin duda ayuda a mantener firme mi cuerpo. Llevo casada 18 años con quien es mi marido, un tipo majo, agradable, algo más alto que yo y bien parecido. Podemos decir que llevamos una vida normal junto a nuestros dos hijos y respectivos trabajos. Trabajo como enfermera en un Hospital muy cercano a Barcelona. Un día mi padre me pidió que lo acompañase al traumatólogo. Recientemente lo habían operado de una mano, no podía conducir y tenía que estar en la consulta a primera hora de la mañana. Tras acabar mi turno de noche pasé por su casa a recogerlo y nos fuimos hacia el centro que le correspondía. Esperamos un buen rato, yo estaba muerta de sueño y sonó el nombre de mi padre por la vetusta megafonía de la sala de espera. Nada más entrar me quedé sorprendida por el médico de mi padre: un hombre negro de complexión fuerte, atlética, 1,90 y terriblemente guapo. Llevaba la cabeza rapada y una ligera perilla, corta y por el aspecto que ofrecía muy arreglada. Se me quedó mirando de inmediato, a mí y a mi escote, para posteriormente ...
    ... regalarme una sonrisa esmaltada repleta de unos dientes perfectos. “¡Virgen Santa!”, exclamé para mis adentros. Me estrechó la mano a la vez que se presentaba para, posteriormente, saludar a mi padre. La visita se me hizo muy corta. El médico no paraba de sonreír y mirarme de forma cómplice. Aprovechaba cualquier circunstancia para introducirme en la conversación, buscaba mi opinión e interactuaba conmigo de un modo afable y atento. Sin duda se trataba de una persona muy educada y con saber estar. Al despedirnos volvió a saludarme mientras recomendaba a mi padre que la próxima vez volviese “tan bien” acompañado. Al meternos en el coche mi padre me soltó algo relacionado con la muy atenta visita que me había proporcionado su médico. Intenté no hacerle más caso, pues en realidad estaba muerta de sueño y deseando llegar a casa para ducharme y meterme en la cama. Debo decir que durante un par de días tuve al médico en la mente, no de forma constante, pero sí me venía a la cabeza de tanto en tanto. En el fondo no dejaba de ser un hombre que se había mostrado muy atento conmigo, había flirteado con la hija de un paciente suyo y con el que no volvería a tener ninguna relación, aunque debo reconocer que nunca me había fijado en un hombre de raza negra, pero éste sí me había impactado como hombre. Era un tipo guapo y bien plantado, al que seguro no le faltarían seguidoras entre tanta mujer de nuestra edad. Un par de semanas más tarde volví a hablar con mi padre y tenía nuevamente hora ...
«1234...»