1. Siempre me calentaron los viejos (6)


    Fecha: 05/08/2019, Categorías: Gays Dominación Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Es una casa con una pared bajita y una reja sobre ella. Después un jardín no muy grande y al final la puerta de entrada con una ventana de cada lado. Toqué el timbre y don Ernesto no tardó en aparecer, haciendo que mi corazón acelerara sus latidos. Vestía una bata celeste y debajo lo que según se veía del pantalón azul, parecía ser un pijama. -Estás muy lindo con esa ropa de colegial, Jorgito… -me halagó. Yo vestía blazer azul, pantalón gris, camisa blanca y corbata también azul. Le agradecí y en cuanto entramos a la casa aferró mis nalgas y me besó en el cuello. Mé entregué al magreo pero consciente de mi obligación le pregunté: -Ay, don… don Ernesto, ¿tengo que ponerme a trabajar ahora o… o prefiere usarme antes?... Él me soltó y entre jadeos dijo: -No, sirvientita, a trabajar y lo otro vendrá después, ahora vamos al dormitorio, te desnudás, te pongo el collar y te explico… Mientras me desnudaba él me comía con los ojos y elogiaba las partes de mi cuerpo que iban quedando al descubierto: -Qué piernas tenés, Jorgito, parecen las de una chica… ¡Esos muslos!... Y la cinturita es increíble… ¡Y esas caderas!... Sos un manjar, nene… -Ay, gracias, don Ernesto, me… me hace poner colorado – dije y cuando terminé de desnudarme me explicó la tarea mientras me colocaba el collar cuya cadena plateaba colgaba por delante: -No es mucho lo que tenés que hacer hoy, porque la otra vino hace dos días y limpió a fondo por ser la última vez. Quiero que laves la vajilla del almuerzo y después ...
    ... me barrés esta habitación, el living y el patio del fondo… -Sí, don Ernesto, ¿dónde es la cocina? Me llevó ahí y me indicó un armario blanco, de unos cincuenta centímetros de ancho por dos metros de alto. -Ahí tenés todo, Jorgito, pero antes vení que te muestro el patio… -y cuando estuvimos ahí me inquieté, porque pegado a la casa había un edificio de varios pisos con balcones. ¿Y si alguien salía a uno de esos balcones y me veía barrer desnudo y con el collar? Confieso que esa posibilidad no sólo me preocupó sino que también me puso calentito, más todavía de lo que ya estaba. -Bueno, ahora a la cocina… Yo voy a estar en el comedor… Cuando termines me buscás ahí… Y apurate, nene, porque tengo muchas ganas de culearte… -Sí, don Ernesto… -dije y pensé: “yo también tengo muchas ganas…” Ya en la cocina vi que lo que había que lavar era un plato, un pocillo de café, el platito, un cuchillo, un tenedor y una cucharita… Lavé todo y empecé por el dormitorio con el barrido, después el living seguido por la mirada de don Ernesto y por último el patio, al que me asomé con cuidado por si había alguien en algún balcón. No había nadie y entonces empecé a barrer apurado, para volver adentro lo antes posible, pero de pronto lo temido. Al levantar una vez más la vista vi a un hombre entrado en años, calculo que unos cincuentaicinco o sesenta, en un balcón muy cercano, quizás el del segundo piso, vestido con un pijama azul. ¡Ahí nomás, muy cerca! Seguí barriendo alarmadísimo y segundos después ...
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