1. Mi padrino, desquiciado sexual


    Fecha: 09/11/2017, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Desde muy chamaco, tuve noticias de que mi padrino era un desquiciado sexual; que cualquier fantasía que en ese sentido alguien pudiera tener, él la rebasaba. Eso decían sus trabajadores en el rancho al que en repetidas ocasiones nos invitaba para pasar algunos fines de semana o vacaciones en verano. Era un rancho hermoso, grandísimo, ganadero que lo mismo tenía reses, que puercos, aves y caballos. De cada raza, el animal era un verdadero ejemplar. Pues bien, cuando acudíamos a visitarlo al rancho, los rancheros nos platicaban cosas que en aquellos tiempos a mí me parecían increíbles, pues hablaban de sexo de mi tío y su compañera en turno, lo mismo con perros que ...con caballos. Y ahora que soy un hombre, a mis 26 años, vengo a comprobar lo que en mi pubertad fui enterado. Llegaba yo de concluír mi maestría en Derecho, cansado de tres años sin vacaciones, para terminar mi curso en el menor tiempo posible, pedí a mi padrino permiso para pasar una semana en el famoso rancho "El León", con mi novia. No hubo problema alguno, pues si bien él ya vivía casi de hecho en el rancho, con su nueva compañera, la casa es bastante grande como para compartirla con nosotros, sin estorbarnos unos a otros en nuestras respectivas actividades. Allí conocí a Sonia, una guapísima mujer de unos 32 años, bastante culona, con tetas pequeñas, pero que, con el simple hecho de mirarla, me causó una muy rica erección. Sin embargo, nada tiene que hacer ante Nancy, mi novia de Monterrey, que a sus 19 años ...
    ... es un verdadero monumento de mujer. Pero de Nancy no vamos a hablar, porque si bien nuestras relaciones sexuales serían buen tema para escribirles, me parece más emocionante lo que descubrí de mi padrino y su pareja. Al segundo día de nuestra llegada al rancho, Nancy y yo nos encaminamos a la alberca, para nadar un rato, pero nos quedamos paralizados cuando vimos que en uno de los sillones, mi padrino y Sonia daban rienda suelta a su pasión sexual. Pero más nos sorprendimos al ver las dimensiones del aparato con que él la atendía. No menos de diez pulgadas y bastante gruesa era su verga que entraba y salía de la vagina de Sonia, cuyos gritos de placer podrían confundirse con dolor, de no ser porque el rictus de su cara demostraba el gozo que estaba recibiendo. Ni Nancy, ni yo somos de los que nos guste ver lo que no nos interesa, pero esta vez, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, retrocedimos unos pasos y nos protegimos tras unos arbustos, para terminar de ver la escena. Sonia cabalgaba alegremente sobre la verga de mi tío, cuya total dimensión salía hasta casi ver el enorme glanda, para luego volver a sumírsela entera. Desde nuestro escondite, pudimos ver cómo la base del tronco de mi tío, con unos huevos negros y duros, estaba totalmente empapada por los jugos que Sonia dejaba escapar en cada uno de sus orgasmos. Cansada del trote, bajó y se colocó en cuatro, "de perrito", para que mi tío la penetrara. Pero, contra lo que yo pensé, en lugar de meterla por el orificio ...
«123»