1. Un día de mis Vacaciones (III)


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    La Toyota Rav4 roja de Alejandra iba atravesando la autopista rápidamente, es difícil determinar si ella estaba más ansiosa que nosotras, los instantes en que descuidaba la palanca de cambios y la vista en la carretera para introducir la mano en su ajustado jean, mirar por el espejo retrovisor y cerrar los ojos con el contacto de sus dedos en su húmeda y ansiosa vagina era lo que me hacía sospechar del peligroso punto en que su líbido ya fuera incontenible y tuviera que detenerse en media carretera para unirse a nuestra inesperada fiesta. Yo te tenía contra el piso trasero de la camioneta, me movía violentamente y te gemía lo irresistible que eras, con vasta maestría había sacado minutos antes tu blusa y tu sostén y me deleitaba con tu erecto pezón que a causa del movimiento del carro a veces se me salía de la boca arrancándonos a ambas gestos de desesperación; tus manos se enredaban en mi cabello, me lo halabas firmemente con el fin de que nunca fuera a alejarme de la fuente que me tenía ensimismada, movías las piernas entrelazadas con las mías en un vaivén rítmico y excitante, fruto del ritmo de la música que invitaba a la sensualidad, entrecerrabas los labios y gemías tal como en nuestro último encuentro, recordé los detalles más estremecedores de éste y me aventuré a lanzar mis manos al botón de tu pantalón "Diesel" desabrochándolo con gran facilidad, me alegró el hecho que en cada nuevo encuentro contigo te convulsionabas y lo disfrutabas como si fuera la primera vez, ...
    ... igual que sucedía conmigo, habías sido una enorme casualidad del destino en mi vida, encontrarte fue tener muchísima suerte, en medio de esa creciente excitación descubrí que cada día te quiero más. Una vez con ese pantalón fuera de tus piernas me dediqué a besarte el abdomen y los muslos con el fin de excitarte tanto que cuando te tocara en tu punto clave estallaras en un orgasmo sin igual, la carretera estaba mojada, íbamos a casi 100 kilómetros por hora, era peligroso pero nos desbordaba enormemente las hormonas, no teníamos idea del lugar al que Aleja iba a llevarnos, no teníamos idea cuándo se nos había perdido así la cordura, para desnudarnos frente a esa conductora desconocida teníamos que haber estado muy excitadas, no era para menos. Seguí lamiendo tu suave piel, esa que me contagia y me persigue en las noches, la que no se va nunca de mi mente, a veces tocaba puntos estratégicos porque se te erizaban los vellitos y estirabas con toda tu fuerza los dedos de las manos en señal de desesperación: querías que te embistiera ya, pero en mi plan aún no seguía complacerte del todo, debía lamerte de nuevo los pezones, tocarte el culo, arañarte la espalda suavemente, clavarte las uñas casi imperceptiblemente en tu omoplato, morderte la oreja y besarte, lo hice todo muy bien, sentía tu desesperación y tu inminente corrida, callé tus gemidos con un beso profundo y te hice señas de abrir las piernas, tu clítoris recibió felizmente los ágiles movimientos de mi mano, luego te penetré ...
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